dimecres, 8 d’abril del 2020

OCHO DE ABRIL




            Retrospectiva en el Martes Santo de 2020

            Vaya por delante una particular consideración respecto a las sagradas imágenes de Nuestra Señora de la Esperanza y el Santísimo Cristo de la Buena Muerte.
            Ocasionalmente, en algún momento concreto, suelo oir Misa en la iglesia de La Merced y Santa Tecla. Tengo costumbre de entrar por la puerta derecha y volverme hacia el paso de Cristo, para mí también como un “stábat mater”, y decirle: Señor aquí estoy. Al terminar el culto, procuro salir por la puerta contraria para rezarle un Ave María a Nuestra Señora de la Esperanza, ya sola, sepultado que fue su divino Hijo.
            Pues bien, no me resultan ajenos los hechos y la historia de tan apreciados pasos y recuerdo algunos que ante este confinamiento restrictivo me trasladan a los años setenta del pasado siglo y me apetece explicarles.
            Como ustedes saben, desde el fallecimiento de D. Gregorio Molina Ribera y a consecuencia de la situación crítica de la Papelera de San Jorge, durante unos años dejaron de procesionar las imágenes que con su mecenazgo se incorporaron a la Semana Santa de Xàtiva. Nuestra Señora de la Esperanza y el Santísimo Cristo de la Buena Muerte quedaron depositados en la fábrica y nuestro Martes y Viernes Santo privados de la veneración de tan emblemáticos pasos.
            Coincidiendo con la reforma parcial del sistema de presidencia fija de la Hermandad de Cofradías, acordada en  12 de Marzo de 1.979, comenzó el turno por antigüedad, correspondiendo la presidencia efectiva de la Hermandad a la Congregación del Santísimo Ecce Homo, en  la persona del recordado D. José Luís Calatayud Bas, que tomó posesión el día 7 de Mayo siguiente.
            Ya en ese momento, además del deseo de relanzar la Hermandad por encima de la endémica inercia  reinante, había inquietud por recuperar la imágenes “de Don Gregorio” a fin de reincorporarlas a la Semana Santa. El Sr. Calatayud y también D. José Balaguer, presiente del Santo Sepulcro, mantuvieron algún contacto con los herederos de aquél, y tengo constancia de una reunión de la Junta Rectora de fecha 13 de Junio de 1.979, en la que actué como secretario en ausencia del titular, de haber comparecido en representación de la Cofradía de Jesús de la  Buena Muerte, D. Augusto Ballester Medina y, literalmente, en el acta se dice:
            “D. Augusto Ballester dijo a los concurrentes que por parte de la familia Molina-Albero, propietaria de las imágenes, no había inconveniente alguno en cederlas a la Iglesia y especialmente a la Parroquia de la Merced, a la que desde que D. Gregorio Molina fundara la Cofradía, asistían para los cultos de la Semana Santa y desde la que se procesionaban el martes y el viernes Santos. Estimaba, no obstante, que el hacerse cargo de dichas imágenes no se halla exento de dificultades por el tamaño de las carrozas, por estar en muy deficiente situación los motores , porque todos los ornamentos que llevan consigo ocupan mucho lugar y porque sacar en procesión dichas imágenes cuesta mucho dinero.”
            A la vista de esta buena disposición, se acordó ponerlo en conocimiento del párroco y recabar su consentimiento y se designaron dos representantes que actuaran como testigos en el acta de cesión, si llegara el caso.
            No tengo constancia de que, sin perjuicio de la conformidad del Sr. Cura, se llevara a efecto la firma de ningún acta de cesión.
            El 13 de mayo de 1.981 tomó posesión de la presidencia de la Hermandad D. José Balaguer García en representación del Santo Sepulcro y éste, en reunión de 11 de Marzo de 1.982, conjuntamente con el Sr. Santonja, informaron de que las gestiones con la familia Molina Albero, resultando haberse encontrado algunas dificultades que habían venido retrasando la posible solución, pero que no desistían de proseguir esperanzados en la gestión, dándoseles un voto de confianza.
            Si bien no tengo constancia escrita desde esa fecha del resultado de las gestiones, sí que me consta por mi relación de amistad con el Sr. Balaguer que las conversaciones eran constantes y no encontraban obstáculos con algunos miembros de la familia, pero sí oposición por otros, aunque, finalmente, con la implicación personal de D. Augusto Ballester y de D. Julián Bizarro (en representación de Da. Pilar y Da. Nieves Molina, respectivamente) y sin oposición de D. Gregorio Molina Albero, se consiguió que las imágenes de que hablamos se volvieran a procesionar en la Semana Santa  de 1.982.
            Hicieron su entrada, no me consta la fecha, por la Alameda para dirigirse a la Colegiata y fueron precedidas por la banda de cornetas y tambores de la Cruz Roja. Puede suponerse la expectación despertada y el sentimiento de satisfacción de los miembros de la Hermandad, en especial de los Sres. Santonja y Balaguer, y también del Sr. Abad, D. Manuel Soler, al recibir en la Colegiata tan preciados pasos. Estos se colocaron en las dos primeras capillas, entrando a la Seo, a la derecha y, animados los antiguos trabajadores de la Papelera de San Jorge, asistió un buen acompañamiento en las procesiones de ese año. Al terminar la Semana Santa, las imágenes quedaron en la Colegiata; pero la idea de la familia Molina-Albero, como ya se ha dicho, tenía intención de depositarlas definitivamente en La Merced, con una salvedad por parte de Da. María, que quería devolverlas a la fábrica. Consta en el acta antes citada, por informe del Sr. Santonja y mío que tal dilema se pudo resolver, aunque no se dice cómo. Pero se lo aclaro: Redacté un compromiso, según el cual los familiares que sufragaran el traslado podrían llevárselas a lugar que prefiriesen. Da. María nos lo firmó de pie en el zaguán de su casa, en una hoja de papel timbrado de cincuenta céntimos, que por cierto no sé si se conserva.
            Ya saben ustedes que desde el verano de 1.982 están en Santa Tecla… Blanco y en botella…
            Anoche, Martes Santo de 2020, como todas las demás cofradías, solo pudieron procesionar “in pectore” o virtualmente, como prefieran; pero muchos, sin duda, nos acordamos de rezarle un Ave María a la Virgen y un Padrenuestro al Cristo, con la esperanza de alcanzar el final de este confinamiento con su ayuda.
           
            Con todo cariño, Miguel Mira.