dijous, 27 de febrer del 2025

POR SUS OBRAS...

 

            No podemos faltar a la cita con la colaboración de D. Joaquín Núñez, que siempre nos brinda su autorizada reflexión sobre la Palabra de Dios. Haciendo camino, vamos ya por el VIII domingo del tiempo ordinario, y seguimos leyendo a San Lucas, hoy en el capítulo 6, versículos 39 a 45.

 

            Dice así:

 

            Les dijo también una parábola: ¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán ambos en un hoyo?

 La parábola de los ciegos - Pieter Bruegel - Historia Arte (HA!)

            El discípulo no es superior a su maestro; pero todo el que sea perfeccionado será como su maestro

            ¿Por qué miras la paja en el ojo de tu hermano, y no adviertes la viga que está en tu propio ojo?

            ¿Cómo puedes decir a tu hermano: "Hermano, deja que saque la paja que está en tu ojo", no viendo tú mismo la viga que está en el tuyo? ¡Hipócrita! Saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás con claridad para sacar la paja del ojo de tu hermano.

            No hay árbol bueno que dé fruto malo, ni árbol malo que dé fruto bueno.

            Porque cada árbol se conoce por su fruto; pues no se recogen higos de los espinos, ni se vendimian uvas de la zarza.

            El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón, saca lo bueno; y el hombre malo, del mal tesoro, saca lo malo; porque de la abundancia del corazón habla su boca.”

Comentario

 

     El Señor hoy nos habla de ceguera, pero creo que no se refiere  sólo la ceguera, pues también parece que estamos mudos, sordos, cojos y aquello que el profeta Isaías  (35:5) anuncia de Jesús: “Entonces los ojos de los ciegos se abrirán, y los oídos de los sordos también (35:6),  entonces el cojo saltará como el ciervo”.

     Este Evangelio nos pone ante la realidad de la Iglesia en la que estamos viviendo. A nadie se le oculta que nuestros templos se vacían, que practicamos una religión de normas, de devociones, de abandono de los sacramentos por ignorancia, por ceguera, que nos deja mudos para anunciar a Jesús al que presentamos en las imágenes que mueven nuestros sentimientos.

     Jesús nos habla de un discipulado para descubrir quién es Él, para poder anunciar quién es. Sin embargo, nos quedamos mudos. No hemos terminado el aprendizaje, no lo conocemos. Por tanto, dberíamos preguntarnos ¿Que trato tenemos con Él?.

       No sabemos orar porque la Iglesia no nos lo enseña, no somos insistentes en enseñaros a orar, ni tan siquiera qué es eso de orar: “Un diálogo entre Dios y nosotros, en el cual el ser humano se beneficia recibiendo el Amor del Padre por la comunión con Jesucristo a través del Espíritu Santo”.

       Seremos religiosos, chismosos, que nos erigimos en jueces de los demás, en maestros ignorantes que examinan a los otros buscando pecados inexistentes como hacían los fariseos. !Hipócrita! nos dice el Señor: reconoce tus debilidades, así comprenderás a tu hermano y le ayudarás a quitarle amorosamente la mota de su ojo.

          Por sus frutos los conoceréis. El que aprende de la bondad de Jesús, es decir, el que rebosa de su misma bondad aprendida en el trato personal con Él, nunca dirá: “el Señor me ha dicho”, lo que equivaldría a  una blasfemia equivalente a “mi egoísmo o mi capricho me ha dicho…”.

       Una vez una penitente que no sabía qué decir se acusó de que no hacía oración porque tenía mucho trabajo: la lavadora, la cocina y no sé cuántas cosas más. Con mucho cariño le dije: ¿Nadie le ha dicho que el Señor quiere que le cuente a Él que sus críos le ponen la ropa muy sucia o que hace la comida que les gusta? Todo eso es oración si lo comparte con el Señor. Verá qué alegría tiene de poner al Señor a su lado. De repente, vinieron un señor y unos niños a confesarse, porque su esposa y madre,  respeectivamente, los envió y supongo que les diría: ahí hay un cura que no muerde. Por lo visto, comprendieron cómo podían orar.

            Feliz domingo, el Señor está a la puerta y espera que le abráis para cenar y hablar de vuestras cosas.

           Joaquín Núñez Morant

***

            Tras sus primeras y motivadoras reflexiones, reconduce D. Joaquín su comentario, en los últimos párrafos, hacia el imprescindible tema de la oración, poniendo énfasis al recordarnos la cercanía del Señor en nuestro día a día, en la  sencillez de lo cotidiano, desde cuya naturalidad puede cada uno hablarle confiadamente al Señor, con tan solo rectificar la intención y ofrecer a Dios aquello que normalmente  estamos haciendo. Esto me recuerda la conocida expresión de Santa Teresa de Jesús en el libro de Las Fundaciones: "También entre los pucheros anda el Señor".

  

 Pero me pregunto al respecto si, como barrunta el páter más bien parece que muchos nos estamos quedando sordomudos…

Así comienza 'También entre los pucheros anda el Señor ...

            Pero hay ya otra hermosa consideración que aparece en la despedida, cuando dice: “…el Señor está a la puerta y espera que le abráis para cenar y hablar de vuestras cosas”, recordando aquello del  Apocalipsis (3:20): "He aquí que yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo."

Jesús a la puerta (Jesús llama a la puerta) 

            Esta preciosa invitación nos llega clara y diáfana, pero tal vez nos ocurre como le ocurría a Lope de Vega y lo confiesa en el conocido soneto que transcribo:

¿Qué tengo yo, que mi amistad procuras?

¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,

que a mi puerta cubierto de rocío

pasas las noches del invierno oscuras?

¡Oh cuánto fueron mis entrañas duras

pues no te abría! ¡Qué extraño desvarío

si de mi ingratitud el hielo frío

secó las llagas de tus plantas puras!

¡Cuántas veces el Ángel me decía:

«Alma, asómate agora a la ventana,

verás con cuánto amor llamar porfía!»

¡Y cuántas, hermosura soberana,

«Mañana le abriremos», respondía,

para lo mismo responder mañana!

***

            Buen finde. Saludos cordiales, Miguel Mira

 

divendres, 21 de febrer del 2025

DICHOSOS LOS PACÍFICOS

 

              Este domingo VII del tiempo ordinario nos propone un verdadero reto: Amad a vuestros enemigos…, y más propuestas de Jesús siempre ordenadas hacia nuestra entrega humilde y generosa, a imitación de Jesús, pero con mayor y mejor acierto, después de leer el texto de San Lucas 6,27-38, reflexionemos con el comentario que le sigue. Veamos:

“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

—«A los que me escucháis os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os injurian.

Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, déjale también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames.

Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis sólo a los que os aman, ¿qué merito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien sólo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores lo hacen.

Y si prestáis sólo cuando esperáis cobrar, ¿qué merito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo.

¡No! Amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; tendréis un gran premio y seréis hijos del Altísimo, que es bueno con los malvados y desagradecidos.

Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante.

La medida que uséis, la usarán con vosotros”.

 jesus cristo conversando com as pessoas pintura a óleo

Y D. Joaquín nos regala el siguiente

COMENTARIO

       Este domingo san Lucas nos va a explicar una bienaventuranza, que en Mateo se formula así: “Bienaventurados los constructores de La Paz porque se llamarán Hijos de Dios”.

       Jesús dijo entonces: “a los que escucháis” -cuyo significado es a aquellos que le aman-, que como el joven rico quieren seguirle, al igual que los apóstoles, algo que suena a antinatural. (El pueblo de Israel llegó a la Ley del Talión, ojo por ojo diente por diente, como la gran conquista). Lo que pide Jesús es algo que atenta al derecho natural, pero que en Isaías proféticamente encontramos: “Ofrecí mi espalda a los que me golpeaban, mis mejillas a los que me arrancaban mi barba y a los escupitajos no escondí mi rostro”.

       ¿Quién puede “amar a sus enemigos, o hacer el bien a los que nos odian, o bendecir a los que nos maldicen, u orar por lo que nos injurian?. Así lo “entendieron y lo entienden los mártires. Los que vivieron buscando la paz porque ellos serán hijos de Dios; Jesús aguantó bofetadas, se le dejó desnudo y no reclamó nada. Evidentemente, nos está diciendo lo que a mí tanto me gusta repetir: ”Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón”. Ese “aprended” nos lleva a saber al detalle la vida de Jesús.

       Él sabe que somos egoístas, por eso recurre a nuestra experiencia, sabe que pedimos o exigimos ser bien tratados, por eso nos dice “tratad a los demás como queréis ser tratados”. No hay mérito ninguno cuando amamos a nuestros amigos o damos favores y pruebas de amistad a los que nos aman, eso es fácil, aunque también nuestra debilidad nos hace traidores a los que nos aman.

“!No! (nos dice Jesús con energía): Amad a vuestros enemigos, haced el bien sin esperar nada a cambio, procurad La Paz. Así seréis hijos del Altísimo, que es bueno con los malvados y desagradecidos. Cuántas veces nosotros justificamos nuestro comportamiento diciendo: porque son malos y desagradecidos. No somos como Dios que muestra su perdón y su Misericordia a los malvados y desagradecidos.

¿A qué nos llama Jesús al final de este evangelio? A lo más hermoso: ser como Dios (la misma tentación del diablo en el Paraíso). Ser compasivos, ser perdonadores como Él, dejar el juicio a Él, justo Juez. Huir de nuestros juicios “ojo por ojo y diente por diente”. Lo más hermoso es tener un corazón que sabe perdonar. Mi mejor experiencia, de la que doy gracias, ha sido el confesonario para comprender, consolar y perdonar como Dios lo haría. He tenido la manga muy grande, lo grande que la tiene un Padre enamorado de sus hijos.

Feliz domingo si con sinceridad le decimos al Corazón de Jesús: “hazme Señor un corazón semejante al tuyo”.

Joaquín Núñez Morant

***

Buen finde. Y no olvidemos rezar por la salud del Papa Francisco. Como siempre, vuestro, Miguel Mira

divendres, 14 de febrer del 2025

LAS BIENAVENTURANZAS, SEGÚN LUCAS

 

 

    HOY SEGUIMOS HABLANDO DE AMOR  

    

      Espero que la semana haya transcurrido sin incidencias dignas de mención y, así, lleguemos al merecido descanso dominical.

            En este fin de semana, domingo VI del tiempo ordinario, ciclo C, nos toca leer otro pasaje del Evangelio de San Lucas: Capítulo 6, versículos del  20 al 26.

            Se trata de un pasaje en el que Jesús proclama las Bienaventuranzas y los “Ay!”, ofreciendo un contraste entre los que serán bendecidos y los que afrontarán dificultades. Es éste:

  jesus-habla-a-la-multitud | Hermandad de la Caridad

            1.- Las Bienaventuranzas

            “…Entonces él, levantando los ojos hacia sus discípulos, decía:
«Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el Reino de Dios.      Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados.
            Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis.   Bienaventurados seréis cuando los hombres os odien,
y cuando os excluyan, os insulten y proscriban vuestro nombre como infame
por causa del Hijo del hombre.
            Alegraos ese día y saltad de gozo,
porque vuestra recompensa será grande en el cielo;
pues de ese modo trataban sus padres a los profetas.»

            2.- Las Advertencias ("Ay!")

            «Pero ¡ay de vosotros, los ricos!,
porque habéis recibido vuestro consuelo.
            ¡Ay de vosotros, los que ahora estáis hartos!,
porque tendréis hambre.
            ¡Ay de los que ahora reís!,
porque haréis duelo y lloraréis.
            ¡Ay cuando todos los hombres hablen bien de vosotros!,
pues de ese modo trataban v nuetros padres a los falsos profetas.»

            Este pasaje es parte del "Sermón de la llanura" en Lucas (similar al Sermón de la Montaña en Mateo) y enfatiza la inversión de valores del Reino de Dios: los pobres y afligidos serán exaltados, mientras que los que ahora disfrutan de riqueza y comodidad sin Dios serán advertidos.

            Pero veamos el ineresante enfoque de D. Joaquín:

COMENTARIO

            Llegando al llano, Lucas nos va a anunciar unas Bienaventuranzas; así como Mateo nos lo hizo desde la montaña. Son circunstancias y lugares distintos y grupos humanos distintos. Leamos a los dos evangelistas:        En Mateo cap. 5, el Señor ve una “multitud”, y en Lucas, el Señor baja del monte “con los Doce y se paró en un llano, con un grupo grande de discípulos y de pueblo procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón”; dos situaciones distintas, comunidades distintas. Mateo: la comunidad judía de Antioquia, de Siria. En Lucas: la de Filipo, el mundo gentil, la humanidad toda. En último término, dedicarse, desde el mismo amor, a amar a quienes exige el ser sacados del mar como símbolo de muerte.

        Y “dejándolo todo le siguieron”, esa fue la reacción de los hermanos Pedro y Andrés, Juan y Santiago, cuando el Señor los llama para salvar de la muerte y traer a la vida a quienes el mar tenía prisioneros. Optaron por una pobreza y eligieron el ser ricos del amor de Dios.

        Tanto Mateo como Lucas coinciden en el comienzo con la primera bienaventuranza: Aquellos que son pobres o eligen ser pobres o se hacen pobres. La pobreza que en cada cual tiene un rostro por amor a la llamada del Señor. Según a la vocación que hemos sido llamados (1 Corintios 12,4).

         Si Mateo se dirige a cristianos de fe judía, Lucas lo hace desde la “llanura”, dos comunidades distintas: una de origen judío y otra, la de Lucas, de origen variado “procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón”. Unos y otros son llamados por el Señor y todos tienen la misma misión: Salvar. Aquello que impida la vocación a la que se ha sido llamado, ha de ser dejado; como lo hicieron Pedro y Andrés, Juan y Santiago. Tener conciencia de ser amados de Dios y amados de quien lo deja todo por amor, que comparten hambre y tristeza ajenas.

      Saben, y nosotros hoy sabemos, como testifica la Historia, la advertencia de Jesús convertida en bienaventuranza, que solo por ser cristianos serán incomprendidos, odiados y perseguidos. Hoy son martirizados por mantener la fe en tierras de misión. Hoy tenemos más mártires de los que hubo en todo el Imperio Romano, las palabras de Jesús son hoy de una gran vigencia. Ser cristiano comprometido hoy, no es una ventaja en ciertos ambientes.

       Hoy se aplaude lo que Jesús lamenta, el poner toda su esperanza en la riqueza o en su hartura o la risa sin sentido, la huida de sí mismo por medios no naturales, o vivir siempre en la mentira de falsear tu personalidad para recibir alabanzas de otros tan mentirosos como ellos. Un mundo con un lenguaje políticamente correcto pero falso. Jesús nos advierte contra una felicidad falsa que se convertirá en una desgracia. La ambición es una enfermedad que destruye a las personas, el hambre ambiciosa de posesión es adictiva.

       Bienaventurados seremos si nuestras ambiciones se centran en enriquecer a todos del Amor de Dios, si por conseguirlo sabemos desprendernos de lo que nos lo impide.

        Feliz domingo a todos si queremos ser ricos en amor a todos para que sean bienaventurados. Si sabemos empobrecernos de lo que nos roba el ser felices y hacer ricos a todos del amor de Dios.

Joaquín Núñez Morant

            Con el silencio introspectivo que exige esta meditación, quedamos hasta el próximo finde.

            14 de febrero de 2025. Saludos, Miguel Mira

 

 

dimecres, 12 de febrer del 2025

NUESTRAS MANOS

 Esta semana se nos ha hablado por el movimiento eclesial “Manos Unidas” del programa de ayudas a un extenso –más de lo que sería de desear- número de núcleos de personas y países que, a estas alturas, sufren todavía del subdesarrollo y del hambre en el amplio sentido de la palabra; y se nos pide generosidad. Esto me ha recordado que ya hace bastante tiempo traje a este blog un relato que muestra, como en una parábola muy sencilla e inteligible, preciosa, qué es la generosidad, no solo económicamente hablando, sí que también respecto a nuestra donación personal, íntimamente comparable a la actitud de aquel grupo de pescadores del que nos hablaba San Lucas este pasado domingo: “Y dejándolo todo, le siguieron”. Dicho lo cual, copio el referido texto literario, porque pienso que merece la pena: 

    “Iba yo pidiendo, de puerta en puerta, por el camino de la aldea, cuando tu carro de oro apareció a lo lejos; como un sueño magnífico. Y yo me preguntaba, maravillado, quién sería aquel Rey de reyes. Mis esperanzas volaron hasta el cielo, y pensé que mis días malos se habían acabado. Y me quedé aguardando limosnas espontáneas, tesoros derramados por el polvo. La carroza se paró a mi lado. Me miraste y bajaste sonriendo. Sentí que la felicidad de la vida me había llegado al fin. Y de pronto, tú me tendiste tu diestra diciéndome: «¿Puedes darme alguna cosa?». ¡Ah, qué ocurrencia la de tu realeza! ¡Pedirle a un mendigo! Yo estaba confuso y no sabía qué hacer. Luego saqué despacio de mi saco un granito de trigo, y te lo di. Pero qué sorpresa la mía cuando, al vaciar por la tarde mi saco en el suelo, encontré un granito de oro en la miseria del montón. ¡Qué amargamente lloré de no haber tenido corazón para dárteme todo!” 

    Rabindranath Tagore, su autor, no era cristiano; pero el ejemplo perteneciente a su obra “Ofrenda Lírica”, pienso que es convergente con nuestra reflexión, ¿O es que no coincide de vez en cuando con nuestra forma de obrar? 

    Me atrevo a sugerir que elevemos nuestros ojos hacia el Padre y clamemos por nuestra propia coherencia, por ser consecuentes con nuestra fe, y que podamos mostrar que nuestras manos no están vacías o solo disponen de un granito de trigo como las de aquel mendigo de Tagore. 

    ¿Qué les parece rezar esta oración?: 

Que seamos, Señor, manos unidas en oración y en don. Unidas a tus Manos en las Manos del Padre, unidas a las alas fecundas del Espíritu, unidas a las manos de los Pobres. Manos del Evangelio, sembradores de Vida, lámparas de Esperanza, vuelos de Paz. Unidas a tus Manos solidarias, partiendo el Pan con todos. Unidas a tus Manos traspasadas en las cruces del Mundo. Unidas a tus Manos ya gloriosas de Pascua. Manos abiertas, sin fronteras, hasta donde haya manos. Capaces de estrechar el Mundo entero, fieles al Reino. Tensas en la pasión por la Justicia, tiernas en el Amor. Manos que dan lo que reciben, en la gratitud multiplicada. 

*** 

    Esta oración es la que se leyó el domingo después de la comunión. Si la hacemos nuestra, el buen Dios, sin duda, sonriendo, no nos negará su ayuda, porque Él la prodiga a manos llenas. Cordialmente, M. Mira

dimecres, 5 de febrer del 2025

REMAD MAR ADENTRO...

 

Y dejándolo todo, lo siguieron

 

            Queridos amigos: pasada la fiesta de la Luz, La Candelaria, ya llegamos a la quinta semana del tiempo ordinario, y, para la ocasión, la Iglesia nos propone la lectura de otro conocido psaje de San Lucas, el de  la “pesca milagrosa”, pero no para asombrarnos con otro signo de Jesús salvando del cmpromiso a sus amigos, como hemos oido o leído en varias ocasiones, sino para recordarnos las conclusiones que debemos sacar del fondo de aquellos hechos, inicio del grupo escogido por Jesús, comenzando por Simón, Andrés, Santiago y Juan, de aquel puñado de pescadores, que, a la voz “Duc in altum!” –¡Remad mar adentro!- se fiaron del Maestro, para acabar dejándolo todo y marcharse con él…

            Nos lo explicará mejor D. Joquín como cada semana; pero leamos primero el texto que hoy se comenta:

Lucas 5, 1-11:


            Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón:

            –Rema mar adentro y echad las redes para pescar.

            Simón contestó:

            –Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes.

            Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande que reventaba la red.        Hicieron señas a los socios de la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús, diciendo:

            –Apártate de mí, Señor, que soy un pecador.

            Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él, al ver la redada de peces que habían cogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.

   
Jesús dijo a Simón:

            –No temas: desde ahora, serás pescador de hombres.

            Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.”

COMENTARIO

       En el texto de San Lucas, damos un salto al capítulo 5. Jesús vive a la orilla del lago de Genesaret donde enseña. Ya ha formado un grupo de amigos; tanto es así que su casa es la casa de un pescador impetuoso, mentiroso, generoso, que daría, por amor, su vida:          Pedro. También su hermano Andrés y otros dos hermanos, hijos de Zebedeo. Una geografía pequeña donde Jesús se mueve, desde donde su enseñanza se extenderá al mundo entero, “Luz de las naciones”, como había profetizado Simeón a sus padres el domingo pasado.

       Jesús está enseñando, rodeado de gente, junto al lago. Cerca están Pedro y su hermano Andrés y con ellos, Santiago y Juan, hijos de Zebedeo. Están limpiando las redes. Jesús pide subir a la barca de Pedro para enseñar, algo imposible. Lucas no narra un hecho, quiere mostrarnos que la barca es la Iglesia desde donde Jesús hablará, enseñando,  a lo largo de los tiempos.

      Esta escena nos instruye siempre y más ahora en este tiempo de crisis, no solo de la Iglesia, sino de toda la sociedad, sobe cómo hay que enseñar nuestra fe.

      Jesús pide a unos pescadores, que dominan su oficio, algo insólito: pescar en pleno día; Pedro sabe que será un fracaso, que será el hazme reír de otros pescadores. Nuestros cálculos y miedo a hacer el ridículo nos impiden mostrar nuestra fe, hablar de Jesús, estamos ciertos que no va a servir de nada, que haremos el ridículo; esos son nuestros pensamientos cobardes, tan humanos como los de Pedro.

       -No hemos pescado nada-.     “Rema mar adentro; echa las redes para pescar...” Y Pedro responde:

            “En tu nombre echaremos las redes”.

            Qué hermoso sería que fuésemos capaces “mansos y humildes” y que dijéramos: echaremos las redes para sacar a muchos del mar de la muerte a las riberas de la vida. Eso es pescar para el Señor.

            Hicieron tan gran redada “que reventaba la red”. La reacción de Pedro fue una reacción muy noble. La nuestra tal vez podría ser otra, “Apártate de mí, Señor, que soy un pecador”. La mejor lección que se han dado estos amigos de Jesús: su mediocridad se ha convertido en verdad. Todos somos pecadores y, por eso, amados de Dios, tanto, que nos necesita para amar, a pesar de ser pecadores.

      Hoy Jesús nos escoge, nos llama a pescar, a sacar del mar de la muerte a nuestros hermanos, a ser con Él salvadores de hombres.

      Todos lo siguieron “dejándolo todo”. Todos dieron su vida pescando, salvando, siendo amados, siendo pecadores, como nosotros.

       Feliz domingo, todos estamos llamados a salvar, el más hermoso del quehacer cristiano.

Joaquín Núñez Morant

 

***

            Pienso que es evidente el carácter mas bien anecdótico de la extraordinaria redada de peces conseguida por aquel grupo de pescadores amigos de Jesús. Y me resulta muy claro que el texto que hemos leído nos presenta cómo el Maestro los elige a ellos, humildes trabajadores de la mar, para que el eco de su Palabra se extienda como una enorme mancha de aceite por todo el mundo; pero ese “os haré pescadores de hombres” (que no es literalmente hacer prosélitos sino hacer hombres libres) enlaza perfectamente con aquel “ven y sígueme” dirigido a aquel joven que quería ser mejor, pero que al oir que debía dejarlo todo, se entristeció, dio media vuelta y se fue. Al revés que los pescadores.

            La reflexión sería: Jesús nos invita a todos a seguirle  ¿En qué supuesto de los dos me encuentro?

            Con afecto, Miguel Mira