Este domingo VII del tiempo ordinario nos propone un verdadero reto: Amad a vuestros enemigos…, y más propuestas de Jesús
siempre ordenadas hacia nuestra entrega humilde y generosa, a imitación de
Jesús, pero con mayor y mejor acierto, después de leer el texto de San Lucas 6,27-38, reflexionemos con el
comentario que le sigue. Veamos:
“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
—«A los que me escucháis os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os injurian.
Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, déjale también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames.
Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis sólo a los que os aman, ¿qué merito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien sólo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores lo hacen.
Y si prestáis sólo cuando esperáis cobrar, ¿qué merito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo.
¡No! Amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; tendréis un gran premio y seréis hijos del Altísimo, que es bueno con los malvados y desagradecidos.
Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante.
La medida que uséis, la usarán con
vosotros”.
Y D. Joaquín nos regala el siguiente
COMENTARIO
Este domingo san Lucas nos va a explicar una bienaventuranza, que en Mateo se formula así: “Bienaventurados los constructores de La Paz porque se llamarán Hijos de Dios”.
Jesús dijo entonces: “a los que escucháis” -cuyo significado es a aquellos que le aman-, que como el joven rico quieren seguirle, al igual que los apóstoles, algo que suena a antinatural. (El pueblo de Israel llegó a la Ley del Talión, ojo por ojo diente por diente, como la gran conquista). Lo que pide Jesús es algo que atenta al derecho natural, pero que en Isaías proféticamente encontramos: “Ofrecí mi espalda a los que me golpeaban, mis mejillas a los que me arrancaban mi barba y a los escupitajos no escondí mi rostro”.
¿Quién puede “amar a sus enemigos, o hacer el bien a los que nos odian, o bendecir a los que nos maldicen, u orar por lo que nos injurian?. Así lo “entendieron y lo entienden los mártires. Los que vivieron buscando la paz porque ellos serán hijos de Dios; Jesús aguantó bofetadas, se le dejó desnudo y no reclamó nada. Evidentemente, nos está diciendo lo que a mí tanto me gusta repetir: ”Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón”. Ese “aprended” nos lleva a saber al detalle la vida de Jesús.
Él sabe que somos egoístas, por eso recurre a nuestra experiencia, sabe que pedimos o exigimos ser bien tratados, por eso nos dice “tratad a los demás como queréis ser tratados”. No hay mérito ninguno cuando amamos a nuestros amigos o damos favores y pruebas de amistad a los que nos aman, eso es fácil, aunque también nuestra debilidad nos hace traidores a los que nos aman.
“!No! (nos dice Jesús con energía): Amad a vuestros enemigos, haced el bien sin esperar nada a cambio, procurad La Paz. Así seréis hijos del Altísimo, que es bueno con los malvados y desagradecidos. Cuántas veces nosotros justificamos nuestro comportamiento diciendo: porque son malos y desagradecidos. No somos como Dios que muestra su perdón y su Misericordia a los malvados y desagradecidos.
¿A qué nos llama Jesús al final de este evangelio? A lo más hermoso: ser como Dios (la misma tentación del diablo en el Paraíso). Ser compasivos, ser perdonadores como Él, dejar el juicio a Él, justo Juez. Huir de nuestros juicios “ojo por ojo y diente por diente”. Lo más hermoso es tener un corazón que sabe perdonar. Mi mejor experiencia, de la que doy gracias, ha sido el confesonario para comprender, consolar y perdonar como Dios lo haría. He tenido la manga muy grande, lo grande que la tiene un Padre enamorado de sus hijos.
Feliz domingo si con sinceridad le decimos al Corazón de Jesús: “hazme Señor un corazón semejante al tuyo”.
Joaquín Núñez Morant
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Buen finde. Y no olvidemos rezar por la salud del Papa Francisco. Como siempre, vuestro, Miguel Mira
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