dijous, 31 de juliol del 2025

ELS SANTS DE LA PEDRA y Domingo XVIII

            Introduzco estas líneas previas a la reflexión sobre el evangelio, en la víspera de  nuestro Santo Patrón San Félix, a cuenta de algo que, posiblemente, como yo, desconozcan muchos setabenses: que en Xàtiva gozamos de la protección de dos santos mártires, que son San Abdón y San Senén, o sea, Els Sants de la Pedra, a calidad de copatronos de la ciudad, cuya fiesta, precisamente, se celebró ayer, evidentemente, pasando totalmente desapercibida.

 Sants de la Pedra, nuestros patrones de los labradores | El ...

     Es cierto que tal conmemoración se recordó en la homilía por el sacerdote en la misa vespertina en Sant Francesc, así como también citó a las copatronas Santas Anastasia y Basilisa, cuyas imágenes podemos ver en la hornacina de la puerta Norte (o dels escalons) de la Colegiata. Volviendo a los copatrones, se sabe que en la comarca de la Costera, los Santos de la Piedra han sido históricamente muy venerados como protectores de los campos. En algunos templos de la ciudad y sus alrededores se les dedicaban altares o imágenes, pero no hay referencia alguna de que en la Colegiata se conserve ninguna imagen. Han sido tantos los avatares y vandalismo  sufridos por nuestro emblemático templo que no he podido encontrar otra certeza que la dedicación de la Misa Mayor, con todo, a los santos copatronos y eso en tiempos no tan lejanos, pero ésta es una cuestión que me incita a la curiosidad y trataré de complacerla y comentársela a ustedes.

            Saludos cordiales, Miguel Mira.

            Vayamos a nuestros deberes de este fin de semana:

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 Comentario al Evangelio del Domingo XVIII del tiempo ordinario ciclo C, San Lucas 12, 13-21

       Nos encontramos en la comunidad de Lucas con un problema de ambición donde dos hermanos discuten por una herencia (Todos conocemos varias familias en las que los hermanos llegan a situaciones de auténtico odio que arrastran sus descendientes). Nos cuenta una parábola extraña en el pueblo judío, donde la Ley lo deja claro: (Dt. Cap. 21,15-17) “El primogénito hereda el doble que los otros hermanos”. En este caso, debe ser una familia cristiana que plantea a Jesús que reparta la herencia, pues surge el mismo conflicto fruto de la codicia, de la avaricia.

   Jesús está hablando a sus discípulos diciéndoles algo muy importante: que no tengan miedo a los que pueden matar el cuerpo y después no pueden hacer nada más, (Lc.12, 4 ss), algo sumamente importante siendo así que le plantean a Jesús una cuestión individual cargada de envidia, de ambición. No dando respuesta a esto, se dirige a la gente así: “Mirad: guardaos de toda codicia… uno no depende de sus bienes”.

    “Un hombre rico tuvo una gran cosecha...”, empezó a calcular y se dijo…: Sólo existo yo, los demás no importan. Por Ley, siendo judío, se le supone esposa e hijos y, si era rico y tuvo una gran cosecha, seguramente tuvo quien sembró, cultivó y cosechó y, según sus planes, buscaría albañiles para construir sus graneros más capaces; ninguno de ellos aparece, ninguno le es importante, es incapaz de compartir ni su alegría ni sus bienes. Ignora la justicia ¿a quién le sirve para ser rico? La buscan los necesitados o su familia. Ese es el efecto de la ambición de aquél, el fruto de su avaricia: una auto destrucción de la imagen de Dios, conforme a la que fue creado; ni tan siquiera la lástima que cualquier persona tiene por los demás le conmueve.

            San Agustín ve la ambición como una manifestación, específicamente, del amor propio que lleva a la búsqueda de bienes terrenos y a la negación de Dios.

Él distingue entre el amor a Dios (caritas) y el amor a uno mismo (cupiditas). La ambición es una fuente de conflictos y desorden en la vida del individuo. La ambición te conduce a la vanidad, al orgullo y la opresión de los demás. Por el contrario, la generosidad,  contraria a la ambición, es una virtud moral que implica dar de sí mismo y de los propios bienes, no ya lo que sobra, sino la entrega con espíritu de amor a los demás, siguiendo el ejemplo de Dios.

      Así comprenderemos aquello que Jesús dijo: “necio, esta noche te van a exigir la vida, lo que has acumulado, ¿de quién será?”.

     Tu gran fortuna no vale un minuto más de vida. Qué triste es ver pasar el tiempo del ambicioso, ver que sus afanes no le dan al amor no compartido ni tan siquiera la lástima nunca sentida, ni los calmantes de los dolores de su enfermedad o no esperar el consuelo de la fe que nunca le ha llevado al amor a Dios ni al prójimo que nunca ha conocido.

     Feliz domingo, que hermoso es querer y sentirse solidario con los demás y vernos amados de Dios, cuando a todos los sentimos cercanos a nosotros compartiendo nuestros bienes y nuestro amor con todos.

 

Joaquín Núñez Morant