Esta semana me ha llegado el comentario de nuestro colaborador en el día de hoy, 25 de Julio, Fiesta de guardar: , día de SANTIAGO APÓSTOL
Reflexionamos sobre el Padre Nuestro
Evangelio según san Lucas 11, 1-13
Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo:
—«Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos».
Él les dijo:
—«Cuando oréis decid: "Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan del mañana, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe algo, y no nos dejes caer en la tentación"».
Y les dijo:
— «Si alguno de vosotros tiene un amigo, y viene durante la medianoche para decirle:
"Amigo, préstame tres panes, pues uno de mis amigos ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle".
Y, desde dentro, el otro le responde:
"No me molestes; la puerta está cerrada; mis niños y yo estamos acostados; no puedo levantarme para dártelos".
Si el otro insiste llamando, yo os digo que, si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al menos por la importunidad se levantará y le dará cuanto necesite.
Pues así os digo a vosotros:
Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe, quien busca halla, y al que llama se le abre.
¿Qué padre entre vosotros, cuando el hijo le pide pan, le dará una piedra?
¿O si le pide un pez, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión?
Si vosotros, pues, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo piden!».
Comentario
Por D. Joaquín Núñez.
Al finalizar su oración, Jesús es requerido por uno de sus discípulos para que les enseñe a orar. La realidad, tanto en Lucas como en Mateo, es que sus comunidades están introduciendo rezos, algunos de tradición judía o de origen pagano aportados por conversos gentiles. Tanto Lucas como Mateo, enfatizan sobre la oración propuesta por Jesús.
“Cuando oréis decid…”; el verbo está en imperativo, excluye otras oraciones u otros esquemas de oración, y mucho menos de rezos extraños, que quizá Jesús rezó como judío, pero la oración del cristiano ha de comenzar con la palabra dulce de ”Padre”, tal como se dirige Él a Dios, algo blasfemo para los judíos. Por tal motivo, Jesús mismo fue condenado a muerte por el Sanedrín. En el N.T. la invocación “Padre” aparece entre 165 y 170 veces. Antes de los Evangelios, San Pablo nos lo traduce como “Abba”, Papá, forma cariñosa y confiada de quien se dirige a su Padre. Tenemos también la versión de la Didajé, anterior a los evangelios, de las comunidades judeocristianas. Todo ello nos ayuda a comprender lo que significa el Padre Nuestro para nosotros, y la comprensión de que se trata de una oración y no de un rezo: es la oración cristiana y única.
El esquema de nuestra fe, como dice San Agustín en el sermón 58, está dirigido a los catecúmenos a quienes iba a bautizar. Que sepan qué dice el Padre nuestro. Lástima no poder explicarlo. La Oración empieza así: “Padre nuestro que estás en los cielos. Hemos encontrado un Padre en los cielos; fijémonos en cómo hemos de vivir en la tierra, pues quien ha encontrado un Padre así debe vivir de manera tal que sea digno de llegar a su herencia… Reconozcan que son hermanos, dado que tienen un único Padre”.
El testimonio de los Apóstoles es contemplar cómo Jesús aparece después de haber orado, después de las incomprensiones y persecuciones de los judíos, que veían en Él un enemigo. La oración lo transforma, tiene un rostro más sereno, más hermoso, transmite feliz serenidad, y por eso le dicen: enséñanos a orar; quieren experimentar su misma alegría, su misma serenidad, su mismo gozo.
El texto puede ser equívoco, hay que leerlo como viene, el “pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá”, se refiere a alcanzar el mejor tesoro, tener el Amor, la Inteligencia y los Dones del Espíritu Santo. El ser digno hijo de Dios nuestro Padre.
Es hermoso hacer coincidir el “Padre nuestro” con las horas canónicas y liturgia de las horas:
Al amanecer: “Padre nuestro”. “Padre”, simplemente ponerse delante del Señor y considerar su paternidad. “Nuestro” un saludo cariñoso que nos hace hermanos de todos sus hijos; estos son los laudes. En la Prima: “santificado sea tu nombre”, reconocer su única santidad, que es la total esencia de cuya gracia todos hemos recibido, que todos somos llamados a la santidad. En la Tercia, “venga a nosotros tu reino”; oraremos considerando un reino de Paz, de Santidad y Justicia, frente a guerras, injusticia, pobreza y muerte. Como vemos, hemos de ser pacificadores en nuestro pequeño mundo parar ser hijos de Dios. ”Hágase tu voluntad”, para que sea siguiendo los pasos de Jesús, contrariando nuestro egoísmo y siempre en favor del bien común: el cielo en la Tierra. A mediodía, en la hora de comer: “Danos hoy nuestro pan de cada día”, una petición que nos lleva a orar y considerar el hambre, fruto del egoísmo, de la pobreza injusta; hambre que sufren nuestros prójimos cercanos y que hemos de luchar contra toda hambre. En la hora Sexta: consideramos si hemos sido capaces de ejercer la virtud divina del perdón para ser perdonados: “Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”. En la hora Nona: consideraremos la misericordia que supone el perdón. A la hora de Vísperas: pediremos que nos dé fuerzas para superar “las pruebas de esta vida”, las que nos apartan del Camino de la Vida. En las Completas: (la última hora del día) pediremos que nos “libre del malo”, de quien nos aleja de su gracia y que nos guía fuera de su Amor.
Feliz domingo, oremos a Dios nuestro Padre con la Oración que las primeras comunidades cristianas rezaban tres veces al día como única forma de dirigirse a Dios. Tuyo es el reino, el poder y la gloria, Señor.
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Personalmente, entiendo que la anterior reflexión no tiene desperdicio, pero no quiero despedir esta entrada sin un recuerdo a nuestro Patrón Santiago, que a fuerza de eliminar festividades entre semana, se ha convertido en un día más, aunque para la Iglesia, para los católicos, continúe siendo día de precepto… Lamentablemente, ¡ni caso! En fin, al menos elevemos los ojos al Cielo y roguemos al primer Apóstol asesinado, a nuestro Santo Patrón, que interceda por todos quienes recordamos su patronazgo. Saludos, Miguel Mira
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