dilluns, 10 d’abril del 2017

YA ES LUNES SANTO

De Camino… Con normalidad, se están desarrollando los actos programados por las distintas cofradías; quizás se podría llamar la atención respecto al excesivo recorrido de algún traslado, pero esto viene a ser algo habitual. También se reincide en el escaso cuidado en el orden que debiera mantenerse en los desfiles, en el que pocas cofradías se esmeran y otras lo intentan y, en ocasiones, lo consiguen. Se ha insistido muchas veces en el deber de cambiar el “chip” para que las manifestaciones de la religiosidad popular no sean reflejo de seculares costumbres, tal vez hueras de verdadero sentimiento religioso; también se ha hablado del interés de cuidar la estética; pero es que si reflexionamos sobre nuestra peculiar idiosincrasia, hay veces que ni siquiera importa esa preocupación por una mínima disciplina. Pienso que aun poniendo énfasis en la exigencia de un mínimo rigor en la expresión de la religiosidad, esto no está para nada reñido con el requerimiento de un mínimo de preocupación por exhibir esa belleza plástica, grata a los ojos del espectador, que, sin duda, ayuda a centrar la visión del espectador en el punto central del desfile. Como, ayer, Domingo de Ramos, decía el Sr. Abad en su homilía en la Misa Mayor, lo importante es que el cortejo, ordenado, disciplinado, penitente, nos ayude a elevar nuestra mirada a la imagen que se procesiona; y, como en la anécdota que refirió, la madre espectadora le señalada al niño que llevaba de la mano: mira, ¡Es el Señor! Ya que me refiero a esa homilía, les diré que fue breve y aleccionadora. Nos movió a considerar nuestras actitudes, nuestras reacciones, a veces cobardes, como la de Judas, centrado únicamente en sí mismo; o la de Pedro, al negar tres veces al Maestro. Pero aquella primera, condujo a la desesperación y al suicidio; la segunda, en cambio, denotó la salida de sí mismo, pudo la mirada en el Señor y, como dice el evangelio de Mateo: “…salió fuera t lloró amargamente”, con lágrimas de sincero arrepentimiento. Centrados en el Domingo de Ramos, constatamos de nuevo la multitudinaria participación con palmas y ramos en la procesión de La Entrada de Jesús en Jerusalén; la numerosa asistencia, también, en la procesión de las antorchas; y, en el mismo sentido participativo, El Silencio, con la ascensión hasta la cima del Calvari Alt, hermosa experiencia de silencio y oración que se eleva hacia el cielo de la media noche, que escucha con toda seguridad, amorosamente, el Santísimo Cristo del Carmen. Debo terminar estos comentarios refiriéndome al traslado de la imagen de clavarios de Jesús Nazareno. Si bien la participación no fue desbordante, la verdad es que, siendo los que somos, fue aceptable y la actitud de los hermanos portadores notablemente disciplinada. Todo es mejorable, pero esta vez ha merecido la felicitación de la Señora Presienta, hoy tempranito, por medio de un afectuoso whats App.
Hemos de transmitir nuestra más sincera enhorabuena al Clavario, D. Fernando Ruiz Ripoll; pero también rogarle que durante este año, que va a tener consigo, la bella imagen de Jesús, en su casa, se acuerde de rezarle por todos nosotros de vez en cuando.
Hoy, Lunes Santo, saldrá a la calle la Santa Cena. Hemos comenzado la más importante Semana para los cristianos. Yo rogaría a quienes leéis estas líneas, que dediquéis una plegaria de todo corazón por esos hermanos nuestros en la fe, que sufren persecución y muerte en ya tantos lugares del mundo. Misericordia, Señor, misericordia. Como siempre, vuestro, Miguel Mira