diumenge, 23 d’abril del 2017

PERSPECTIVAS





¿Evangelizar o contemporizar?

En el libro de la Semana Santa de Xativa  2017 se inserta un artículo del amigo Félix Lluch, en el que afirma y ratifica su condición de cofrade y plantea sus dudas sobre si es o no adecuado el modo en que celebramos nuestra Semana Santa en sus manifestaciones externas, creo entender; reconoce la importancia de la fiesta y la eleva a la consideración de evento comparable a las fallas, en tanto en cuanto  mueve a la participación de muchos en los actos procesionales y, a otros, a presenciarlas como espectadores. Pero aun asumiendo el carácter religioso de la celebración, afirma de modo contundente que si nos limitáramos al ámbito de lo católico, estaríamos muertos. Es partidario de mantener la apertura a la participación sin demasiada exigencia en los motivos, ya sea por tradición, ya sea por fe, con tal de mantener viva lo que considera una importante expresión histórica y cultural, debiendo involucrar a las instituciones públicas y recabar su ayuda económica. Reflexiona sobre el papel de la Hermandad de Cofradías, que considera poco ambicioso, rutinario y continuista. En fin, me ha parecido leer una seria reflexión, una crítica con pretensión constructiva; y me alegro de que alguien, desde este foro, se atreva a patentizar con mirada crítica los más que evidentes desajustes en nuestra Semana Santa externa. El Sr. Lluch parte de una perspectiva globalizante de lo histórico-artístico-cultural-turístico-religioso, que a mí me parece excesivamente  paritaria.
          Los lectores de mis comentarios en este blog, como quienes me conocen y han oído mi parecer sobre estas cuestiones, saben que, sin ánimo de pontificar, creo firmemente que es necesario sentarse y, sosegadamente, reflexionar sobre cuál es la Semana Santa que queremos en Xátiva  y si es conveniente   y necesario revisar modos y medios. Es más, pienso que hacer algo porque se ha hecho siempre y es bello, puede atraer turismo, y nos satisface cuán lucido resulta tal o cual evento y lo bien que suenan las bandas de música, estamos perdiendo el tiempo. Es cierto, totalmente cierto, como dice Félix, que en la llevanza de unas andas el portador siente algo especial; tienes cerca la imagen de Cristo o de la Madre, a las que veneras; les dedicas ese pequeño sacrificio,  que deviene en callada oración; otros  la exteriorizan cantando una saeta… Todo eso está muy bien, claro que sí; pero no me agradan las mixtificaciones. Se pierde la autenticidad en favor del espectáculo, y lo estético (nunca me cansaré de repetirlo) prevalece sobre lo religioso. Desaparece lo igualitario o y prevalece lo accidental sobre lo importante. Item más: gana lo profano. El ruido a veces lacerante de los tambores sed sobrepone al espiritual  lamento de los motetes.
          Reitero la idea de una reflexión conjunta ¿mini-congreso? de las asociaciones de fieles, que eso son las cofradías, para que después de estudiar el  recientemente aprobado plan de pastoral de la diócesis y, en concreto, lo relativo a la piedad popular, comprobemos en qué nos conviene cambar y qué es lo que no debemos modificar.  Si, como dice más de uno, nos bastan estas fallas que no se queman, o si merece la pena volver a la autenticidad de la expresión  externa, rigurosa dentro de lo hermoso, y evangelizadora desde la sencillez.
          No es ajeno el Papa Francisco a la “fuerza evangelizadora de la piedad popular” (*), aconsejable libro de cabecera. Pienso que sería bueno orientarnos desde una perspectiva evangélica, con un riguroso repaso de una buena desbrozadora.
          Cordialmente, Miguel Mira.
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  (*) Exhortación apostólica Evangelii Gaudium, Cap. Tercero, I. Todo el Pueblo de Dios anuncia el Evangelio; nº 122 ss.