dilluns, 5 d’abril del 2010

UNAS PINCELADAS

En crónica anterior me referí al término de las actividades para la vuelta a la cotidianeidad, pensando que la normalidad sería la que se impusiera; y no es que me equivocara, sino que –a veces- ocurre que se te presenta un detalle más o menos anecdótico que merece la pena dejar reseñado. Por ello, se me ocurre detallar aquí dos pinceladas que completen la mañana del Sábado Santo.
I.- Estábamos terminando la colocación de nuestra imagen titular en el camarín de su altar. Arriba, dos jóvenes portadores esperando para su correcta ubicación. Al pie, otros para situar la imagen sobre la tarima y manejar el torno elevador. Delante, como siempre, esperábamos ver aparecer el rostro de nuestro Nazareno y toda su figura imponente aun sin brazos y sin cruz, que se colocan después. Es normal que con el trajín la túnica quede torcida, ladeada, y que desde abajo se den las indicaciones para su corrección; pero arriba no se oye nada y hay que utilizar el sistema “inalámbrico”: las señas. Pero no quedaba la cosa del gusto de quienes cursaban las órdenes. Estaba con nosotros una joven veterana portadora, que cuando todavía no levantaba un palmo del suelo ya venía con su madre a ver vestir o guardar al Nazareno, y la señora que intentaba conseguir hacerse oir sin conseguirlo, le indicó cómo debía arreglarse la túnica para lograr lo que se pretendía, y la envió a dar el recado. Al llegar donde estaban los portadores, dio el recado, y éstos le dijeron que fuera ella la que subiera al camarín y ejecutara las instrucciones que venía a transmitir. Y, sin dudarlo, así lo hizo: se encaramó a aquella escalera y subió; y Jesús quedó perfectamente vestido. Cuál no sería nuestra sorpresa cuando al bajar la vimos bañada en lágrimas, hondamente emocionada por haber podido personalmente arreglar a su Nazareno, hasta el punto de que a quienes allí esperábamos se nos puso un nudo en la garganta. Y es que, en ocasiones, lo que puede parecer una rutina, algo que se repite de año en año, te das cuenta de que un acto tan sencillo es trasunto del fuerte sentimiento que anida en nuestro interior, de la fe que se nos ha inculcado y que hemos aceptado; del amor que –consciente o inconscientemente- traducimos al realizar esas pequeñas cosas que, queramos o no, luego se reflejan en nuestra actitudes de cada día. ¡Jesús Nazareno: cuida siempre de nosotros!

II.- Otro gesto para la satisfacción. Sabéis que estamos guardando todos nuestros objetos, andas y demás accesorios en un local de Da. Amparo López, en las Casas Baratas, por lo que le estamos sumamente agradecidos. Pues bien, el sábado, al terminar de desmontar y ya todo preparado para el transporte, los hermanos portadores Félix y Vicente Cortés Angulo ofrecieron a la Hermandad un local que tienen en la planta baja de la que fuera su casa en la Plaza del Mercado y que no usan y está vacío. Les tomamos la palabra y, con evidente gran complacencia por su parte, nos recibieron con puertas abiertas; y allí quedó depositado todo. No hay qué decir cuál es la satisfacción de esta Hermandad de Portadores por tan desprendido gesto. ¡Gracias!
Por cierto, aunque el nombramiento oficial no se hará hasta la próxima Junta General, como ya os dijimos, le corresponde el turno de clavario a Félix.
Repetimos: gracias y ¡Enhorabuena!

III.- La Misa Funeral por Manuel López Martínez, que ha sido nuestro utillero, en activo hasta pocos días antes de morir, será en la Parroquia de Nuestra Señora de la Merced, el jueves, día 8 de Abril, a las ocho de la tarde. Rogamos vuestra asistencia; y, si no es posible, una oración por su alma.

M. Mira.