LA PIEDAD
Siempre es gratificante comprobar el
buen gusto con que se adorna de flores el pequeño trono de la Madre Dolorosa
con motivo de su traslado a la cada de su clavario.
Ayer domingo, día 13, aun fuera de
fecha, grato fue también comprobar que hubo respuesta. Así como estos días
pasados (salvo el jueves) fue escasa la expectación, ayer sí que se vio el
itinerario bastante concurrido. Tal vez por la temprana salida de la procesión,
tal vez por lo templado de la tarde o, por qué no, tal vez por el tirón afectivo de la Virgen con su Hijo en brazos,
culmen de sus siete dolores.
Se agradeció que el itinerario fuera
desusadamente corto; evidentes razones de logística así lo requerían. Y también
fue de agradecer el buen número de partícipes con y sin vesta.
Cofradía y clavario pueden estar
satisfechos.
*
ECCE HOMO
Apenas sin tiempo para tomar un bocado
de pie y, algunos, en la calle, los músicos de La Primitiva tuvieron que
afanarse para llegar a la hora de salida del traslado del Santísimo Ecce Homo.
Ni la presencia de gente por la calle
ni la participación en la procesión fue comparable con lo visto por la tarde.
¿Cuestión de horario? No lo sé. La verdad es que no puedo narrar otra cosa que
la constatación de haberse cumplido el rito anual dentro de lo regular. La
verdad es que nada extraordinario llamó mi atención, porque es usual que los coradles
vistan el atuendo tradicional, unos con y oros sin capa, definitivamente, al
parecer, desterrado el uso de la caperuza, propia de esta vesta como en la del
Nazareno. Pues vale, cosas nuestras. Ciertamente, tampoco es lo más importante.
Ahora a esperar el Domingo de Ramos.
Con afecto, Miguel Mira.
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