dissabte, 26 de març del 2016

LOS DIAS SANTOS



PILAR

          Si bien cronológicamente este breve relato debería aparecer casi al final de esta serie de crónicas que escribo hoy, 26 de Marzo, sobre Jueves y Viernes Santo, quiero que aparezca antes que lo demás, por el hecho de que se trata.
          Si bien soy uno de los más viejos, no soy, sin embargo el más antiguo en esta Hermandad. Me di de alta en 1.969. En aquella época todavía participaba en la procesión de Jesús Nazareno un buen número de mujeres y también lo hacían algunas “promesas”: personas devotas, pidiendo o agradeciendo algún favor a Nuestro Señor. Siempre, desde que yo visto la túnica morada y acompaño al Santísimo Nazareno he visto entre esas promitentes a una madre y una hija, ésta, con evidentes carencias, vestida de nazarena como nuestra hermandad, cogida del brazo de su madre y ambas con su cirio encendido y su sonrisa, siempre las vi sonrientes. Ambas son conocidas y, a lo largo del itinerario, entre el público, no falta quien las llama; y ella, la más joven, saluda, se acerca y entrega un caramelo. Así durante toda la procesión hasta la Colegiata. Han ido pasando los años (cuarenta y siete desde que yo lo recuerdo) y Pilar sigue, puntual, saliendo a la procesión, a pesar de que ya no acuden aquellas “promesas” ni apenas participan mujeres ni el Jueves ni el Viernes Santo. Pro estas dos penitentes no fallan. La madre pregunta dónde han de colocarse y cumplen su devoción y mantienen su antigua promesa, a pesar del tiempo que ya se deja sentir después de tantos años. La madre ya es más que octogenaria… Pues bien, ayer, Viernes Santo, allí estuvieron, junto a la cruz que cerraba el grupo de portadores y delante de nuestro Isaac. Normalmente, al torbellino Pablo-vs-Isaac le acompaña su madre y también yo voy a su lado. Pilar, a veces, se vuelve y sonríe; como siempre, saluda a sus conocidos y les da un caramelo y un beso. Pero ya hace dos años que finalizan su procesión al llegar a la Plaza del Españoleto. La gente les pregunta si ya están cansadas, y la chica responde: jo no, pero ma mare sí…  Y anoche, después de casi tres horas de marcha, cuando decidieron retirarse, se acercó a nosotros y tanto a la madre de Pablo, vs. Isaac, como a mí nos dio un beso… y (ya se me humedecen los ojos), vuelta hacia la Imagen, con una sonrisa angelical, le dice:  ¡Adiós… , bonico!
          Les juro que se me formó un nudo en la garganta y, como ahora cuando lo escribo, se me nublaron los ojos…
          Ruego por que Jesús Nazareno guarde muchos años con salud a ambas y a la madre, a sus casi noventa años, le de fortaleza y mantenga su ánimo, su sonrisa  y su coraje.  Ellas confían, así lo dijeron, en que al año que viene volverán a la procesión. Ambas, con toda seguridad, tienen asegurado su Cielo. La mirada que les devolvió Jesús, así lo asegura.

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JUEVES SANTO
          I.- Mediodía. Nuevamente con retraso salió desde casa del clavario la imagen más antigua de nuestra Semana Santa y la de nuestros antepasados: el Cristo de la Palma, siguiendo un itinerario que, necesariamente nos condujo a pasar por la calle de San Francisco todavía y a pesar de que no existe –a mi entender- razón alguna para hacerlo, como tampoco la hay para alargar el tiempo de una procesión que no tiene más objeto que depositar en el altar mayor de la Colegiara la sagrada y entrañable  imagen. Participó más gente que otros años, tanto de particular como de vesta y, como es habitual, el motete nos hizo escuchar el tradicional “Eram”.

          II.- PROCESIÓN DE PENITENCIA.
          Ocho de la tarde en  punto. La banda de tambores redobló fuerte y los clarines anunciaron la presencia de Jesús con la cruz a cuestas, preciosa de flores el anda y ya con las luces encendidas. La asistencia de acompañantes de particular fue muy buena; y excepcional este año la  participación de portadores con vesta. Se va notando ya la presencia de muchos niños y niñas y de algunos jóvenes que crecen al tiempo que los demás envejecemos y nos alientan a pensar que hay relevo. Todavía con carencias; pero creemos que lo va a haber. Se desfiló bien. Todo es perfectible, pero no podemos quejarnos tanto como lo veníamos haciendo. Funcionó bien la alternancia del motete con el grupo instrumental y la llevanza de la imagen, equilibradas las barras, fue buena. Tan solo podríamos pensar en la mejora del ritmo del desfile, porque –eso sí- fuimos lentos. Se evitó  que hubiera cortes, pero entramos a la Seo tarde, a mi parecer. Me dirán que, poco más o menos, como otros años; pero tal vez deberíamos reflexionar sobre ello; al fin y al cabo, cuesta poco.
         
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VIERNES SANTO

          I.- Por primera  vez en muchos años, fui incapaz de levantarme para asistir a la precesión del Traslado del Cuerpo de Cristo al Sepulcro. Alcancé a verla ya cuando pasó por junto  a La Merced y la seguí hasta el final.
          Vi más gente que nunca. Puede que mientras La Camilla pasaba por donde yo estaba, la banda de tambores estuviera llegando a la Colegiata. En cuanto a nuestra participación, me parece que hizo mella el palizón de la tarde anterior: se vistieron pocos nazarenos; pero todavía eran menos los de otras cofradías. Eso sí, como es habitual, los cofrades de La Dolorosa se llevaron la palma por su muy numerosa asistencia; luego, destacó  El Sepulcro; y, como viene ya siendo notable, los cofrades de La Camilla dieron ejemplo de cómo se debe desfilar. Algo me llamó la atención al ver de cerca la imagen en la Seo: la han protegido con una urna transparente de metacrilato en vez de cubrirla con el tradicional velo.  Puede que con ello hay perdido alfo de su particular carácter; pero, la verdad, ha ganado en protección contra los indeseables efectos de los perfumes que en las distintas paradas rociaban la imagen sin medida, haciendo estragos que obligaron a su reciente restauración.
          II.- Procesión general del Santo Entierro.
          Puntualidad y, en general, buen orden. El recorrido de cada imagen duró cerca de cuatro horas. Al parecer, no hubo incidencias destacables, a salvo la ya endémica de la avería del motor del carruaje de la Santa Cena, esta vez en la Plaza de St. Jaume. Por cierto, me sorprendió gratamente el orden y uniformidad de sus penitentes, todos ellos con capirote y una ya nutrida banda de tambores. Una lástima la de ese viejo carruaje. Ánimo. Este año no hubo que esperar a La Soledad, que llevaba un buen número de cofrades y me pareció que no tuvieron ningún problema en la llevanza de la imagen.
          Por nuestra parte,  no debimos ha mal del todo cuando al final la señora presienta nos felicitó. Sigo diciendo que todo es perfectible, pero este año se ha notado mejoría, lo que le da a la Junta Directiva una dosis de esperanza, frente a la preocupación que, no obstante, sigue latente respecto a si debemos encargar el artilugio del “porsiacaso”. Ya más arriba he comentado  lo gratificante que resulta ver que se renuevan las caras de los pendonistas, de los porta faroles, muletas, pendones, cruces y estandarte. Si bien el Jueves, como casi siempre, el triángulo setabense de las Bermudas se engulló más de la mitad de portadores, ayer la cosa fue mejor. Quiero patentizar que ayer, al término de la procesión, comenté con nuestro músico de cabecera, buen amigo y portador D. Francisco Perales que se había notado en exceso la diferencia respecto al año anterior cuando nos sorprendió con aquel maravilloso coro en el canto del Eram; francamente, hubo como un vacío. Y, por lo que veo y oigo, no fui yo sólo, porque hace un rato, nuestro Hermano Mayor también lo ha comentado por Watts App, con atinada respuesta de la señora presidenta… Pues eso, que deberemos estudiarlo. O bien lo tendrá que estudiar la nueva Junta, porque resulta que ésta que rige acaba su mandato ya. Hermanos y hermanas portadores: vayan preparando candidaturas, porque en la próxima Asamblea General de Octubre hay elecciones.
          Espero poder dar cuenta de la procesión del Encuentro Glorioso en la Resurrección de Cristo.
          Cordiales saludos. Miguel Mira.