diumenge, 21 d’abril del 2019

ES LA PASCUA, EL PASO DEL SEÑOR


            Los gurús del tiempo no se equivocaron en sus presagios. Si el Domingo de Resurrección  ha resultado esplendoroso ha sido en el corazón de los creyentes que, a pesar de los pesares, hemos podido gritar con alegría el ¡¡¡Resurrexit!!! Aparte, claro es, de la pena ante el terrible atentado del que hemos tenido noticia contra los cristianos en Sri Lanka. No es comprensible para nosotros ese fanatismo radicalmente inhumano y que, además, actúa invocando a un dios totalmente imposible de ser tal, porque el creador no atenta contra sus propias criaturas. ¿Por qué ese odio, Dios mío? ¿Por qué esa ignominiosa vileza? ¿Tú qué dices? Ahora, lo mismo que en la cruz: Padre, perdónalos, que no saben lo que hacen… Pero en el siglo XXI se nos hace cuesta arriba comprobar que las autoridades de aquel como de otros países no adoptan medidas adecuadas para la defensa de sus ciudadanos, de su libertad, de su derecho a vivir su fe, sea la que sea, en paz.
            Padre, no nos dejes caer en la tentación, pero líbranos del maligno. Amén.
           
            Domingo de Gloria.
           

Ofrezcan los cristianos
ofrendas de alabanza,
a gloria de la víctima
propicia de la Pascua.

Cordero sin pecado
que a las ovejas salva;
a Dios y a los culpables
unió con Nueva Alianza.

Lucharon vida y muerte
en singular batalla,
y, muerto el que es la vida,
triunfante se levanta.

"¿Qué has visto de camino,
María, en la mañana?"
"A mi Señor glorioso,
la tumba abandonada,
los ángeles testigos,
sudarios y mortaja.
¡Resucitó de veras
mi amor y mi esperanza!

Venid a Galilea
allí el Señor aguarda;
allí veréis los suyos
la gloria de la Pascua".

Primicia de los muertos,
sabemos por tu gracia
que estás resucitado;
la muerte en Tí no manda.

Rey vencedor, apiádate
de la miseria humana
y da a tus fieles parte
en tu victoria santa.

(Secuencia de la Misa del día de Pascua)


            - María: no está aquí ¡ha resucitado!
            Y las mujeres, que iban a ofrecerle “los aromas”, despavoridas, fueron a decirlo a los discípulos; y éstos, incrédulos no dieron valor a las palabras de aquellas buenas mujeres; en la época, la palabra de la mujer no tenía ningún valor. Pedro y Juan echaron a correr, no obstante. Llegó Juan el primero, pero no se atrevió a entrar en el sepulcro vacío y con la mortaja retirada a un lado, hasta que llegó Pedro. Y se dieron cuenta de que no habían entendido nada. No habían asimilado la palabra del Maestro. ¿Y nosotros? ¿Creemos de verdad en su palabra? ¿Creemos de verdad que ha resucitado? ¿Tenemos asumido el mandato “id y sed mis testigos en todo el mundo”? Ese ha sido el centro de las reflexiones que el celebrante ha ido proponiendo a lo largo de su homilía.
            Sí, he estado presente en el acto del Encuentro Glorioso. Debía ir, como en años anteriores, en representación de esta Hermandad a la Procesión y aunque suspendida desde ayer, no debía desdeñar la invitación dela Cofradía de Cristo Resucitado; y confieso que me he alegrado de ir. Primero, interpelado por mi obligación de participar en la eucaristía a la que anoche no me fue posible asistir. En segundo lugar por solidaridad con la Cofradía convocante. Y me he alegrado de estar allí por haber podido compartir la alegría de la celebración, animada con los cantos y por las campanillas de los cofrades; y también por la meditación de las palabras del sacerdote a que antes me he referido.
            ¡Buena Pascua! Un saludo, Miguel Mira