dilluns, 15 d’abril del 2019

SÁBADO DE PASIÓN. DOMINGO DE RAMOS


            Tanto el sábado 13 como el domingo 14, los actos programados se desarrollaron con normalidad. Por ello, sin perjuicio de reiterar la baja asistencia de acompañantes no cofrades, poco se ha de reseñar. Si acaso, alguna nota anecdótica, como la del sábado:
            Como acostumbra, la Cofradía de la Flagelación, acogió la participación de otra u otras cofradías como invitadas. Así, abría marcha una banda de bombos y tambores, cuyos integrantes vestían sus túnicas con altos capirotes, y blandían enérgicamente sus baquetas y sus mazas con el consiguiente resultado sonoro. Delante de esa banda, me llamó la atención un minúsculo grupo de pequeños “penitentes”, que entre los tres –dos niños y una niña- no sumarían los siete años; la nena era más pequeña que los chicos. Con su vesta morada, su cíngulo blando y un rosario de grandes cuentas colgado al cuello y unas sencillas  cruces de madera en la mano, ligeras de peso pera más altas que ellos. Era imposible evitar la sonrisa ante estampa tan deliciosamente tierna e inocente. Pero lo más simpático era su forma de caminar. Lejos de andar haciendo lo propio como lo niños que eran, lo sorprendente es que con todo ahínco los dos chicos intentaban marcar el paso al tempo que lo hacía la banda y pretendían enseñar a la niña a avanzar del mismo modo. Genial. Una estampa que debo patentizar cómo me cautivó. Luego, el toque de la campana de guía nos transportó a otra escena distinta: antorchas, faroles, cadenas, cirineos con la cruz a cuestas… y Jesús atado a la columna de camino hacia la casa de la clavariesa que, sin duda, lo guardará con el cariño que requiere durante el año que ahora comienza para ella.
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            Si algo hay que destacar del Domingo de Ramos, al exterior del templo colegial, cuando a las 12 se inició la Procesión de las Palmas, es la espectacular progresión de acompañantes con palmas y ramos de olivo, previamente bendecidos, que nos dejó boquiabiertos. Aquello fue un verdadero tsunami de niños con sus padres, de matrimonios, de adultos incontables… Eb toda mi ya larga vida, en la que solo fallé a esta procesión durante mis años en la Universidad, éste es el Domingo de Ramos más caluroso en todos los sentidos que de que he sido testigo. No tengo palabras. Y no exagero. Es de alabar que a pesar del gentío participante no se observara ningún “roto”. El desfile fue uniformemente ordenado. Quienes nos conceden el privilegio de leer este blog habrán observado que en casi todas las ocasiones, cada año, me quejo por echar de menos los cantos propios del día. Las personas, es lógico, hablan entre sí, comentan, saludan a sus conocidos, y caminan hasta el momento de agitar palmas y ramos a la entrada de Jesús a lomos de su pollino en la Iglesia Colegial, pero… no se oye ningún canto, ni el “pueri hebreorun”, ni el “lauda Jerusalem…” ni ni otra cosa que el redoblar de los tambores; y, al final, la banda de música. Me pregunto si no sería posible que al igual que los chavales se apuntan al tamborileo, cabría reclutar a algunos a quienes les agrade cantar y formar una especie de “motete” que animara tan precioso acto de acompañamiento a Jesús en su pollino camino del momento culmen de la redención…
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            La tarde. Largo recorrido hoy del Santísimo Cristo de la Palma. De clavario a clavariesa. Nostalgia del año que esta entrañablemente querida imagen nos acompañó en mi casa. Hoy día ya no me atrevo a acercarme a llevar tan dulce peso sobre mi vieja columna.
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            Noche del Domingo de Ramos. Traslado de Jesús Nazareno al nuevo clavario. Calor inesperado y contumaz. Fuimos puntuales y tuvimos una buena asistencia de devotos y de portadores. Por poner un ejemplo: cuando la cabeza de la procesión estaba delante de Sant Francesc, la presidencia se encontraba en la esquina de la calle Padre Urios. No es por presumir, pero sí es de agradecer la respuesta. Ya sabemos que todo es mejorable, pero la felicitación que transmitido hoy por WhatsApp está justificada. Tal vez fuimos un poco lentos, pero eso facilitó el curso de un desfile sin “rotos”. Lamentamos que nuestro Hermano Mayor se hallara indispuesto y no pudiera asistir. Y nos alegramos de que nuestro hermano conservador vaya mejorando y recobrando fuerzas. Ánimo a los dos: Pepe y Vicente, Vicente y Pepe, sabéis que os queremos y deseamos vuestra pronta reintegración al grupo nazareno.
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            Mi condición de octogenario con cierta carga de cansancio, me impidió ver salir corriendo a Paco Perales para llegar a tiempo a la Procesión del Silencio y menos a participar en ella para acompañar al Santísimo Cristo del Carmen a su casa como clavario que es este semestre de esa preciada imagen. Caí rendido; tanto es así que, aun estando tan cercano el lugar de salida de la procesión, ni siquiera llegué a oir el zumbido del timbal que abre marcha…
            ¡Enhorabuena, querido Paco!
            Domingo cristológico.
            ¡¡Te adoramos, oh Cristo y te bendecimos; que por tu santa cruz redimiste al mundo!!
            Vuestro, Miguel Mira