dissabte, 20 d’abril del 2019

NO PUDO SER...


JUEVES Y VIERNES SANTOS 2019

            En un año normal, la tarea hubiera sido menos laboriosa, porque, más o menos, repetimos cada vez, solo con alguna novedad puntual el desarrollo de los actos de estos días santos.
            Dos mi diecinueve ha querido depararnos la sorpresa de reseñar momentos para la pequeña gran historia de nuestra Semana Santa en Xàtiva. La borrasca se cernía sobre nuestras esperanzas y, puntualísimamente, hizo acto de presencia; y ahí la tenemos todavía, transformando planes y deshaciendo programas, cambiando todo de pies a cabeza.
            Lo teníamos todo apunto. Los nuevos uniformes de “els armats”, asunto este que ha ilusionado a los directivos proponentes de su adquisición y también a su artífice, como ha demostrado. Y tales  equipaciones han tenido que quedar al resguardo en la casa siempre abierta para el Nazareno de Marcos y Lolita. Benditos sean. Ahora toca decidir un depósito propio con todo lo necesario para su debida conservación.
            Nuestro Isaac: la pequeña y entusiasta Andrea, también hubo de quedarse en Valencia, entristecida por no poder acompañar al Nazareno.
            Nuestros amigos cantantes ya arraigados en nuestro particular Viernes Santo, retenidos en Valencia por el aguacero… En fin, comencemos.
           
            1º.- Jueves Santo. Dadas las adversas circunstancias meteorológicas, la señora presidenta tomó contacto con los directivos de esta hermandad a lo largo de la mañana a través del whatsapp, lloviendo cada instante opiniones y  propuestas, al tiempo que Elena Pascual enviaba fotos del arreglo floral de las andas (por cierto, precioso; de lo mejor); y tal fue la diversidad de criterios  que se  determinó esperar a las cinco de la tarde por si se producía un cambio que, la verdad, nadie esperaba. Tanto es así que alguien propuso que a la hora prevista acudiéramos a la Seo y le diéramos a nuestra imagen tres vueltas por el interior de la Colegiata, aun a pesar de saber que era algo no aconsejable, por la solemnidad del día que obliga al recogimiento en oración ante el Santísimo reservado en el monumento después de la Misa de la Cena del Señor; Es claro que lo sensato y responsable fue lo que se hizo: suspender. Pero ello no impidió que, poco a poco, se fuera congregando alrededor de Jesús Nazareno, dispuesto en su trono para acogernos a todos con esa mirada suya que a nadie deja indiferente, con ojos los de todos ellos velados por la sombra de  la desilusión y en espera de, al menos, poder dedicarle un momento de oración. Y así se hizo con la siempre atenta consideración del Señor Abad, quien se dirigió al ambón y, elevó su palabra sentida y certera en breve meditación seguida devotamente por este grupo de portadores, terminando con la invocación a nuestro Padre y a María Santísima. Y así concluyó nuestro Jueves Santo.

            2º.- Viernes Santo. Sabíamos que la idea de la Cofradía del Traslado del Cuerpo de Cristo al Sepulcro tenía decidido sacar su imagen a la calle para trasladarla hasta la Colegiata, a menos que diluviara, si bien acortando el recorrido tradicional. Algunos de nuestros portadores asistieron al acto y se encontraron con que, al final, la Cofradía había decidido, en improvisado traslado, dirigirse hasta la Iglesia de   Los Santos Juanes, donde se venera la imagen durante el año. Al terminar la procesión, en una improvisada reunión informal, se comentó la cuestión de la procesión general de la tarde; pero la presidenta de la Hermandad de Cofradías convocó de urgencia a los presidentes, a las doce de la mañana en la Colegiata.  Allí, el Sr. Abad dispuso al efecto la Sala Capitular (donde en tiempos ya lejanos se reunía anualmente la Junta de la Cofradía hermana con su consiliario), compareciendo todos los presidentes para dirimir la cuestión suscitada sobre la procesión del Santo Entierro, visto lo improbable de una mejoría del tiempo. Se decidió suspender dicha procesión; pero las cofradías con sede en la Colegiata, a instancias del Sr. Abad, decidieron realizar a las siete de la tarde una procesión claustral, acordándose el orden del acto e invitando a  las demás cofradías que quisieran participar a unirse a esta excepcional procesión.
            Y así se hizo: los cofrades y demás asistentes deberían ocupar la nave central. Cada cofradía tendría dispuesta su imagen para la hora prevista y el desfile se realizaría en tres turnos. En el primero, procesionarían La Burreta y el Señor de la Columna; en el segundo, Nazareno y Cachorro; en el tercero, La Purísima Sangre. A este respecto hubo una pequeña variación, como veremos.
            Presente la banda de música de La Primitiva Setabense y la Banda de cornetas y tambores de El Cachorro, así como u n timbal de El Sepulcro, dio comienzo el acto.
            Mientras se preparaba La Burreta, La Columna inició su recorrido desde la puerta dela antigua sacristía (hoy museo parroquial), acompañada por La Primitiva, hasta alcanzar a la otra imagen a la altura de la puerta lateral de fachada, donde habitualmente se encuentra esta imagen.
            Ni qué decir tiene el impacto impresionante de la música de banda dentro de La Sèu. No es que nunca se haya oído en este recinto tocar a una banda de música; pero lo singular del acto y la interpretación de las marchas procesionales, te envolvían de tal modo que los pelos se erizaban como escarpias por la emoción de tan especial instante.
            Acabado el recorrido de estas dos cofradías, salimos, con todo: pendones, estandarte y cruces, teniendo en el recuerdo, como no podía ser de otra manera, a nuestro Hermano Mayor y a nuestro Hermano Conservador, convalecientes, no pudieron estar presentes. A nuestro paso, se incorporó también la banda de música, realizando nuestro recorrido que nos pareció extremadamente corto.
            Todavía en la girola el Nazareno, comenzó a sonar la trompetería de la cofradía del Cristo de la Expiación con el estruendo de sus tambores acompasando el paso de sus portadores. Precisamente, a la salida de la girola, en la parte del crucero donde esperábamos, los pendonistas del Cristo del Cachorro tuvieron la deferencia de inclinarlos en reverencia a Jesús Nazareno. Después, al paso de la imagen. Se oyó el grito del jefe del anda ordenando ¡¡Al cielo!! Y al cielo lo elevaron los portadores como acostumbran, en un gesto que nos emocionó.
            Tras El Cachorro, desfilaron las representaciones que asistieron del Ecce Homo y del Cristo de la Buena Muerte.
            Acabó este turno y comenzó el desfile penitencial el Cristo de la Palma, al son acompasado de un timbal, al estilo de la Procesión del Silencio, que portaba la representación de la  cofradía del Santo Sepulcro. Y, en silencio, inició el recorrido y, tras él, los cofrades del Santo Sepulcro, cuyo clavario llevaba en brazos la imagen yacente de Cristo que conserva en su domicilio durante este ejercicio. Después, los cofrades que acompañaban al Cristo de la Palma se reagruparon junto a la imagen de Nuestra Señora de la Soledad. Nuevamente oímos la banda de música acompañando a la Virgen, que regresó solemnemente hasta su altar.
            El acto fue espectacular por el marco en que se desarrollaba, muy digno por la compostura y buen hacer de todos los partícipes
; histórico, porque nunca jamás había sido realizado otro igual; respetuoso, porque la gente que no tenía que actuar no se movió del sitio;  no se limitó a un mero pasar de imágenes por las naves laterales de la Colegiata, sino que, desde el ambón, D. José Canet, después de cada turno de desfile, propuso unas reflexiones sobre la pasión y muerte del Señor; una especie de Vía Crucis resumido, que se agradeció y dignificó aún más este evento extraordinario  e hito a reseñar por los medios para nuestra historia.
            3º.- Cumpliendo nuestro reglamento, al finalizar ese Magno Calvario, se rifaron medallas entre los asistentes, y se sorteó la antigua imagen de clavario, nuestro apreciadísimo “Pillet”, correspondiéndole a la portadora Alexia Masip Madrid, que deberá hacerse cargo de él en la fecha y del modo previsto en el reglamento de régimen interno.
            Ese fue, desde mi atalaya el desarrollo de los hechos  en Xàtiva los días diecinueve y  veinte de Abril de dos mil diecinueve.
            Con todo mi afecto, Miguel Mira