diumenge, 9 d’abril del 2023

UNA ACLARACIÓN Y UNA CRÓNICA

 

            Aclaración al relato del Viernes Santo.- Yo vi la procesión a la entrada, en la Plaza de la Seo, y relaté lo que vi. Me dicen que realmente asistió mayor número de acompañantes del que yo relaté, pero también me dicen que no fue tan multitudinaria como lo era antes de la pandemia, como a mí y creo que a todos nos gustaría que fuese, sinceramente. De todos modos, es bueno que vaya repuntando el signo en todos los sentidos. Gracias por vuestra atención.

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¡RESUCITÓ!

 

        Después de una Vigilia Pascual y la alegría de la resurrección, en una celebración que ensanchó el espíritu, esta mañana he asistido a la procesión que en la Parroquia del Carmen celebra el Encuentro Glorioso entre la Madre Inmaculada y nuestro redentor. No me voy a extender en el relato del acto, que, como siempre, despertó la emoción de un buen número de fieles al toque de la banda de música, del canto del Aleluya y del tintineo de centenares de campanillas al tiempo que voló al aire el colorido de docenas de globos, para regresar a la iglesia y celebrar la Misa de Resurrección.

            Aunque me repita, quiero pararme en la bella reflexión que el Padre Grau ofreció como final del Pregón de Semana Santa. Soy de los que piensa que aun no habiendo escrito ninguno de los cuatro evangelistas nada sobre  el encuentro de Jesús con su santísima madre al alba del domingo, ¿quién, en tales circunstancias va a pensar que la primera persona a quien se apareció Jesús no fuera a María? Pero como lo explicó mucho mejor que yo Fray Vicente, transcribo de nuevo su lección: 

 

       “Precisamente, la tercera reflexión tiene que ver con la Pascua. La resurrección de Jesucristo es el fundamento de nuestra fe. La Semana Santa no acaba con el Viernes Santo. El final es la explosión del amor que Dios nos tiene ressucitando a Jesucristo y dándonos este mensaje: Jesús es en verdad el Hijo de Dios, Dios hecho hombre.

      Y os ofrezco reflexionar en el Cristo Resucitado. En concreto en el Domingo de Pascua. Jesús se encuentra con su madre.

     En el año del centenario del patronazgo canónico y 50 aniversario de la coronación de la Virgen de la Seo, es obligado hablar de Jesús y su madre,  María: “Les Cortesies”, que manifiesta el encuentro en el camino del Calvario, y el del Domingo de Pascua: María se encuentra con su hijo resucitado. En muchos pueblos se celebra este encuentro pascual; pero no encontraréis en los Evangelios ninguna referencia a él.

     ¿Porqué no dicen nada los evangelios de este encuentro? ¿Hubo uno frente a frente de madre e hijo resucitado?

      La respuesta de la tradición piadosa es que sí. Fray Luis de Granada (dominico), San Ignacio de Loyola, incluso Santa Teresa de Jesús, hablan de este momento tan importante para María. Todas estas referencias y otras más actuales que defienden esta aparición, la presentan como un premio de Jesús a su Madre. Pero en los evangelios no vemos que Jesús adoptara esta postura de dar premios. ¡¡¡Hubiera estado dándolos a toda hora!!! Jesús Resucitado no se aparece nunca por razones sentimentales. Cuando Jesús se presenta resucitado es por dos razones: o bien para fortalecer la fe, o bien para confiar una misión. María siempre ha tenido una fe fuerte,  mostrándola incluso a los pies de la cruz. Por ello, no era necesario fortalecer la fe de María. Y la misión, precisamente,  Jesús se la da desde la cruz cuando la presenta como madre nuestra.

  La Virgen María ha estado íntimamente unida a su Hijo en la Encarnación, en su Pasión y en su Muerte. ¿Cómo no va a estar unida en su Resurrección? Como dice Martín Descalzo, para María, Jesús siempre ha estado resucitado en su corazón sin necesidad de que se le apareciera. No necesitó más consuelo que la fe. El premio de María fue no necesitar apariciones para creer. María se convertía así en el modelo de los bienaventurados que creen en Él sin necesidad de verlo. Es el modelo para que nosotros creamos sin haberlo visto, sin tocarlo, sin escucharlo físicamente. Es la bienaventuranza que no disfrutaron los apóstoles y que fue reservada a María.

      Y para nosotros el encuentro del Domingo de Pascua, aunque no digan nada los evangelios, es una tradición y una catequesis que no hay que perder.

    A veces deseamos ver a Jesucristo y tener así pruebas de que está vivo, como Tomás, el apóstol, que necesitaba ver para creer.

         Quizás necesitamos imágenes como las que saldrán por las calles de Xàtiva, imágenes que vemos y tocamos; pero ver y tocar no le da mayor claridad al misterio. Lo que vale es el amor y la fe en Jesús Resucitado. Y el que no tiene esa fe en Él, por mucho que vea y que toque, no experimentará a Jesús Resucitado.

     ¡Feliz Pascua de Resurrección!

    Con afecto, Miguel Mira