divendres, 6 d’abril del 2012


JUEVES SANTO
5 de Abril de 2.012 (tarde)
VIERNES SANTO
6 de Abril de 2.012 (mañana)

I

PROCESIÓN DE PENITENCIA
DE LA HERMANDAD DE PORTADORES
DE JESÚS NAZARENO

            Con cierto retraso, salió del templo colegial, su sede, la Hermandad de Portadores con su imagen titular para la anual procesión de penitencia.
            Abrió camino la banda de percusión de la Academia Rytmus, precedida de estandarte y pendones. Este año no fue demasiado numeroso el acompañamiento de particulares. Cruz de guía acompañada de dos pendones. Motete. Y cruz de la pasión próxima a la imagen. Entre ambas, un buen número de cofrades.
            Muy pocos relevos en las andas, lo que no impidió que se portearan dignamente y sin incidencias.
            Tras la presidencia, el grupo de viento-metal, que nos acompaña ya un par de años, interpretando arreglos de música de motetes.
            Quisiera de una vez por todas poder decir: desfilamos con la deseable separación entre penitentes; se respetó la uniformidad rigurosamente; nadie llevó “deportivas”; no hubo problemas en los relevos... Pero… no, no puedo decirlo. Ciertamente, se respetó más que otras veces el silencio; pero sigue prevaleciendo esa especie de anarquía organizada, que parece sernos consustancial o congénita. Tampoco se pudo evitar esa alternancia en las huidas, ya endémicas, para beber agua, para fumar o para ver pasar la procesión, simplemente. ¿Por qué no somos capaces de corregir esos llamémosle “tics”? ¿No sería mejor que se nos distinguiera por nuestra disciplina, seriedad, formalidad y ejemplaridad en nuestras actitudes?
            Cerca de las once de la noche eran cuando llegamos a la Colegiata; y después de depositar las andas en su lugar, sorteo de medallas entre los asistentes.

II

TRASLADO DEL CUERPO DE CRISTO AL SEPULCRO
“LA CAMILLA”

            A las ocho de la mañana, desde la casa consistorial, después del reparto de cientos de claveles a los asistentes, uno por persona, claro, se formó la comitiva de traslado de La Camilla hasta hacer estación en la Colegiata para la procesión general de la tarde.
            Como siempre, su banda de tambores propia, pendones de todas las cofradías, hermandades y congregaciones de la ciudad; y gran asistencia de acompañantes (quizá alguno menos que otros años, tal vez a la vista de los feos nubarrones que encapotaban el cielo) y cofrades con vesta de dichas asociaciones. En fin, lo tradicional. Los representantes del Santo Sepulcro acompañando a los camilleros. Hermandad de Cofradías (hoy cada cual con su túnica) y algunos miembros de la Corporación Municipal presididos por el Sr. Alcalde. Hoy turnaba la Música Nova.
            Todo discurrió normalmente hasta que la cabeza de la procesión se encontraba en la calle de San Francisco. Hacía un momento que aquellas feas nubes habían comenzado a sollozar, derramando alguna lágrima, pero no creímos que fuera importante; y llegados al citado punto, cuando la imagen debía estar aproximadamente en la confluencia de las calles de San Pedro y de l’Angel, la pena se convirtió en llanto, aunque –la verdad- no demasiado alarmante (eso creímos algunos), ya que nos pareció que la llorosa nube corría según soplaba el viento. Pero, de repente, como movida por un resorte, la gente comenzó a moverse de su sitio, como si fuera abducida por un tornado, formándose una desbandada y tal alboroto que nos quedamos asombrados. Algunos comenzaron a decir que la procesión se suspendía y que La Camilla subiría hasta la Seo por la calle de Peris, después de lo cual, muchos de los que no habíamos salido disparados, decidimos acercarnos para acompañarla hasta la iglesia. Ya casi no llovía. Pasaron los cofrades; las niñas de comunión, esos ángeles blancos que tiran hacia el cielo de las cintas que nacen del anda, ya fuera de su lugar. Todo el mundo aprisa. El percusionista de La Nova sin dejar el redoble y sin tregua, hacia arriba; y ya dejó de llover. Al pasar la imagen por debajo del campanario, quienes la seguían tuvieron que parar porque por la calle de Noguera venía a toda prisa y a paso ligero la banda de tambores, seguida de los pendonistas, banderas al viento…; y ya no llovía…
            Hoy es un día de esos en que libre y voluntariamente voy a abstenerme de comentarios, porque me pongo en la piel de quien tuvo que tomar la decisión de suspender y le comprendo.
            Pero si que creo que el asunto merece una reflexión preventiva. De cada cofradía y de la Hermandad. ¿O no?
            Esperemos que la tarde nos permita celebrar la Procesión General.
            Como siempre, vuestro, Miguel Mira.