dilluns, 14 d’abril del 2014

MESA REVUELTA



DE VIERNES A DOMINGO



            Ahora bien, si me lo permiten, según un orden no convencional. A quienes leen este blog, que al parecer son más de los que uno podía imaginar –gracias por ello- les ha faltado la habitual crónica de nuestras procesiones y otros actos desde la noche del Viernes de Dolores; pero cada día tiene su afán y tendrán que dispensar este breve lapso, de modo que ahora redactaré mis impresiones de tres días, comenzando excepcionalmente por “La Passió” y siguiendo por la luminosa mañana del Domingo de Ramos, día con multitud de actos, tal vez demasiados, porque, queriendo o sin querer, pensando o sin pensar, cada cual vamos a lo nuestro. Así pues, sigamos.
PASSIÓ



Sábado, 12 de Abril de 2.014. Ocho y media de la tarde.



Después de aquella extraordinaria representación ya hace cinco años, el Teatre de la Lluna ha vuelto a poner en escena una adaptación de los textos de La Pasión según San Mateo en la monumental obra de Juan Sebastián Bach, traducidos al catalán por Josep-Miquel Serra, siendo la denominada “Versió Valenciana” de Verónica Calatayud. Aquella vez organizaba la Hermandad de Cofradías de la Semana Santa de Xàtiva y patrocinaban organismos oficiales. Hubo incluso orquesta en el foso del Gran Teatro y el éxito fue rotundo. Después de los vanos intentos del pasado año 2.013 por ofrecernos una representación de una compañía aquí desconocida; y después de algunas conversaciones a tres bandas: Hermandad – Ayuntamiento - Teatre de la Lluna, su director asumió como propio el proyecto de reponer la obra y el Ayuntamiento aceptó asumirlo como programación oficial para el Gran Teatre. A la Hermandad se le respetó el interés demostrado al promover e insistir en la idea, de  modo que figura como uno de los actos dentro del programa pergeñado para este ejercicio.

En esta ocasión se ha trabajado sobre la base de contenidos ya conocidos, pero se ha eliminado la orquesta, sustituida por música enlatada, aunque muy bien elegida para mi gusto, ganando espacio para el proscenio; se han incluido tres escenas nuevas, tomando una pequeña parte del relato de San Lucas y se ha mejorado la escenografía notablemente. Ahí tengo que darle al bueno de Salvador un sobresaliente, sin reserva alguna.

Comenzando por el principio, se intentó empezar en la calle con una entrada de Jesús en Jerusalén, donde participaba todo el elenco con una borriquilla que hubo de ser conducida a pie y a la que no pudo auparse Jesús ¡porque estaba preñada…! ¿He ser franco? Esta escena sobró. No vi ningún interés en los actores en fingir al menos que aclamaban al Mesías. Y pasamos a nuestros asientos para ocupar la platea al completo.

El relator, como ya ocurrió en la anterior ocasión, hizo un trabajo excelente. Y ya metidos en la obra, los comienzos me parecieron lentísimos; mucha plasticidad si se quiere, pero –a salvo detalles en las figuras principales- la dinámica no me acabó de convencer (tampoco la vez anterior); después, la tónica fue cambiando y adquiriendo los tintes dramáticos que se requerían, llevados hasta el extremo, en especial, en la escena de los azotes (me sobró la cuenta de Pilatos), bofetadas (hubo gente que lloró) y coronación de espinas. Hermoso fue el momento de la imposición de la clámide, paradójicamente,  largo manto púrpura en este caso extendido hasta el proscenio. Espectacular y muy bien pensada la crucifixión, con unos efectos de luz y bruma ad hoc. Aquí se salvaron perfectamente carencias evidentes en la ocasión anterior. La gente respondió con un aplauso cerrado, aunque no tocara aplaudir; pero ha de valer la espontaneidad. Los actuales medios permitieron dejar constancia de una tempestad de mucho efecto al rasgarse figuradamente el velo del templo. Otro detalle, si se quiere, sin importancia; pero José de Arimatea cubrió el cuerpo de Jesús con una sábana blanca, y nosotros nos empeñamos tanto en la imaginería tradicional como en la representación escénica en mostrarlo con el cuerpo desnudo (salvo el paño púdico)… Sensacional la escena de la Madre en su Soledad. La extensión sobre el escenario del tul que traslada ad universum el efecto salvífico del Santo Sepulcro y aquel Adiós a coro fue impactante. Las lágrimas volvieron a los ojos expectantes; y pensamos que hasta ahí llegaba el climax y ya se nos venía el impulso de levantarnos para el gran aplauso, pero todavía el relator narraba el episodio de la mañana de la resurrección, cuando apareció por la izquierda del actor Jesús con su blanca túnica, la cabeza cubierta y una filial sonrisa en los labios y sus brazos abiertos. La Madre dejó en el suelo la corona de espinas y extendió los suyos… Público en pie, emoción al límite, aplauso interminable… Una gozada.

Sabemos que toda obra humana es perfectible; pero, amigos, con todo y con eso, hemos de rendirnos a la evidencia de un trabajo colosal, cuyo primer responsable fue el Director de escena, el amigo Victor Torres Herrero, tantos años ya en la brecha, en su tarea incansable y especial gusto estético, cuyo toque de elegancia se vislumbra siempre en cualquier  montaje de los que se ingenia; y le acompaña la profesionalidad de un trabajador nato como Salvador Moscardó al inventarse cómo resolver los problemas de la distribución de espacios con sencillez y exiguos medios, cerrándose el ciclo con unos regidores como David Torres y José Luís Genovés. Mención especial merece en la luminotecnia José María Calatayud.

Ustedes saben que a mí personalmente me gusta el teatro y cuento en mi haber con algún modesto escarceo; y sé que no siempre cuentas con las personas más idóneas para cada papel. Por eso, aunque cupiera criticar una por una la actuación de los partícipes y encontrar alguna pega, algún desliz, alguna tonalidad… aquí no lo haría (salvo lo de la cuenta de los azotes, que eso no me gustó nada); si tuviera que hacerlo, me dirigiría con toda confianza al amigo Víctor. Pero el conjunto fue irreprochable y él sabe cuáles fueron los aciertos y si hubo algún fallo. No puedo sino darle mi más sincera enhorabuena.

Coda. Me resulta complicado no hablar del papel de Jesús, porque podría ser tildado de partidista, ya que fue encarnado por mi hijo “pequeño”. Pero, aunque no fuera su padre, igual lo diría, porque es la verdad: ¡Estuvo grande!

Gracias a cuantos nos distéis a su madre y a mí la enhorabuena por ello.

Sigamos las crónicas.       

I

DOMINGO DE RAMOS. 13 DE ABRIL DE 2.014

LA ENTRADA DE JESÚS EN JERUSALEN

La mañana



            Pueri hebreorum, portantes ramus olivarum…

            Es, cuanto menos, sorprendente. Ya el pasado año hubo un record de participación; y en el presente, sabiendo las palmas que se habían vendido en esta ciudad (poco más o menos, claro está) era de esperar una buena participación. Y la expectativa se ha visto cumplida sobrepasando las más optimistas previsiones. Me gusta ver la salida de la procesión, aunque luego me incorpore a ella. Y así lo he hecho. En el momento de la bendición de ramos y palmas, la Plaza de la Seo era un hervidero, y cuando el Sr. Abad pronunció el procedamus in pace la banda de percusión de Rytmus atacó la lenta marcha de inicio con sus características variaciones, precediendo a los pendonistas de todas las cofradías, congregaciones y hermandades de nuestra Semana Santa. Fue el Abad D. Manuel Soler, de grata recordación, quien promovió esta participación simbólica de todas las asociaciones, a la par que venían haciéndolo las representaciones de la Hermandad de Cofradías en la presidencia final. Seguidamente, niños y adultos con palmas y olivos, que hoy ¡se han podido contar a cientos! Lo que les diga. Cuando la banda de música pasaba por frente al Ayuntamiento, los tambores de Rytmus estaban ya mediada la Plaza de la Balsa. Jamás hubo tal participación.

            Francamente, no sé qué pensar. Que me agrade ver esta respuesta popular no significa que comprenda el motivo: ¿Fe? ¿Costumbre? ¿Tradición? Pienso que normalmente un agnóstico no se integra en una manifestación católica ni induce a participar en ella a un crio; pero veo que una gran cantidad de los participantes en este desfile no son de los que frecuentan la iglesia. Comentándolo con dos amigos, nos cuestionábamos el por qué de estos últimamente nutridos acompañamientos en algunas procesiones, para concluir que solamente con que una cuarta parte de ellos asistieran a los cultos en su parroquia, los templos, incluso la colegiata, se verían rebosantes de fieles. Y esto da que pensar; y la circunstancia nos remite a la opinión del Santo Padre sobre la piedad popular, que se recoge en la Exhortación Pastora Evangelii Gaudium, que debiéramos conocer preceptivamente. Les aseguro que merece la pena. Sin duda, debiera ser mayor la implicación de nuestros pastores y de los agentes de pastoral en el análisis y aprovechamiento de esta gran fuerza expresiva, canalizándola por cauces de mayor espiritualidad, frente a la excesiva teatralización o espectacularidad que últimamente se viene observando, aunque pensemos que en ese modo de salir a la calle esté latente una chispa de la fe que heredamos o adquirimos un día ya lejano. Si sopláramos sobre esa chispa…¡Quién sabe!

            Volvamos a la procesión. La jovencísima banda de tambores de la Cofradía actuaba por delante de los penitentes con vesta, que participaron en un buen número, si lo comparamos con la concurrencia de no hace tantos años. La imagen lucía un hermoso arreglo floral sobre sus andas; no en vano lo confeccionó un cofrade y portador además. Al Señor Abad le correspondió la presidencia religiosa, junto con uno de los canónigos del cabildo colegial. Con la Señora Presidenta y el Hermano Mayor, estuvieron dos concejales del Excmo. Ayuntamiento. Cerrando estos protocolarios acompañamientos a los que somos dados, las representaciones de la Hermandad de Cofradías portando palmas, las mismas que se usarán para decorar el Monumento el próximo Jueves Santo en La Sèu.

            Hoy actuó la banda de la Primitiva Setabense.

            Debo recordar dos cosas: la primera, que durante muchos años, fue preceptivo para la Hermandad de Cofradías, celebrar corporativamente en la Colegiata, su sede, esta festividad en la Misa Mayor, como también lo era el Jueves Santo; la segunda, que, como ya mencionaba el pasado año, se echan en falta los cánticos propios, que antaño, en los primeros años de “La Burreta”, entonaban los escolares; ahora parece que el socorrido remedio para implicar a los chavales sea proveerles de un tambor, que está muy bien; pero hacer ruido, por rítmico que sea, puede ser un complemento, pero ni siquiera es sucedáneo del cántico alegre y vivo, de la aclamación al Hijo de David, del Hosanna glorioso que merece el Cristo que llevamos en procesión para que nos conduzca hasta la Pascua, cuando aquellos dos hombres con vestidos refulgentes proclamaron: ¡No está aquí! ¡Ha resucitado!



II

La tarde

1.- El concierto.



La 19 h. Iglesia de San Pedro Apóstol



            Al tiempo que en el Gran Teatre se estaba representando La Passió, en una segunda sesión, en Sant Pere El Cor Polifònic Ciutat de Xàtiva, nos ofreció el anual concierto de música sacra, dentro del convenio que tiene suscrito con el Ayuntamiento. Nos tiene sobradamente acostumbrados a escuchar magníficos recitales, pero hoy hemos gozado de una tarde especialmente gata.

            Ya tuvimos oportunidad de oírles en aquella especie de aperitivo que nos regaló cuando el Pregón de la Semana Santa; pero hoy se ha colmado un plato fuerte. Duruflé, Rheinberger, Artal y Whitacre fueron los autores elegidos por D. Francisco Tortosa, el director del Coro; y cada una de las obras interpretadas en un ambiente como el tan acogedor de esta iglesia, con tan adecuada acústica, nos elevó a consideraciones de verdadera espiritualidad a través de esa música, frente al magnífico retablo.

            Por supuesto, el público agradeció con generosos aplausos cada obra; pero, en especial, no obstante la dificultad que representaba Whitacre, cuando gozamos de verdad fue con el Pater Noster de Artal.

            En esta oportunidad, colaboraron al mayor esplendor del concierto la pianista, ya conocida por los seguidores del Coro, Davinia López Sanchis, y Juanjo Gallego Montell al oboe. Un concierto para recordar.

            Nos congratula poder decir que este conjunto coral está en un buen momento y nos alegraremos de que así sea por mucho tiempo.



2.- El traslado del Cristo de la Palma



            Según el historiador de la Cofradía de la Purísima Sangre de Cristo, antiguamente, en la tarde del Domingo de Ramos, se trasladaba la imagen del Cristo de la Palma desde la casa del clavario actuante hasta la del clavario entrante, con acompañamiento de antorchas y portando un ramillete de flores en las manos.

            Así, como saben, desde el pasado año se ha restablecido la costumbre y ayer pude presenciar el paso de esta procesión después de terminado el concierto del Cor Polifònic. Un buen acompañamiento y  numerosa asistencia de cofrades con túnica, entre ellos, los portadores de antorchas. También estuvieron presentes las Señoras Camareras de La Soledad. Rytmus abría la marcha; el coro itinerante cantó el tradicional motete Velum templi, y, tras la imagen, la presidencia de la Cofradía y la Hermandad.

            Escaso público.

           

3.- El traslado de la imagen de clavario de Jesús Nazareno



Diez y cuarto de la noche, en punto. Abría marcha la banda de tambores de La Dolorosa. Buena asistencia de acompañantes de particular y buena asistencia de penitentes con túnica. Podemos decir que retomamos este acto con la misma buena disposición del pasado año, dejando aparte viejos “tics” y dándole al acto ese punto de seriedad exigible aun siendo en el fondo festivo, porque se trata de llevarle a la nueva clavariesa nuestra preciada imagen de traslado. No he encontrado en el viejo libro de actas ningún dato sobre el autor de esta talla, como tampoco en el trabajo de D. Vicente Ribes. En fin, consecuencias de un mal hábito, qué le vamos a hacer.

             Ocurre que este Domingo de Ramos está tan sobrecargado de actos en nuestra ciudad que, al parecer, cuando llegan las diez de la noche, no queda un alma por la calle, porque la verdad es que prácticamente fuimos solos durante todo el trayecto. Un  puñado de personas a la salida y en alguna esquina; a la entrada estábamos los que habíamos formado el cortejo. Una entrada, eso sí, nunca vista anteriormente, dada la ubicación del domicilio de  la señora clavariesa en la finca intra muros junto al Jardín de Beso por el que entramos.

            Contamos con la presencia del Sr. Abad en la presidencia, como también con el acompañamiento de la Hermandad de Cofradías; y, cómo no, pudimos gozar de ese habitual, casi diario durante la Semana de Pasión y Semana Santa, concierto itinerante de marchas procesionales, en este caso interpretadas por La Nova.

           

4.- El silencio



Doce de la noche. No suelo reseñar comentario alguno sobre esta procesión, ya que, normalmente, al terminar el traslado de Jesús Nazareno y uno haciéndose mayor sin remisión alguna, no me alcanzan las fuerzas para subir al Calvario. Y no será por falta de ganas y por mi convicción de que durante mucho tiempo ha sido ésta la procesión que más sentido tiene. Ahora el silencio se ha impuesto en otras procesiones de penitencia, y está muy bien. Pero ese andar junto al Cristo del Carmen en una noche como la de ayer, con luna, estrellada, una ligera brisa sobre el rostro y subiendo, paso a paso, hasta llegar hasta el ermitorio haciendo memoria de la Vía Dolorosa y rezando porque quieres pero porque el ambiente te lo demanda y te lo impone, les digo que es insustituible. Ves abajo la ciudad que duerme, pero la sabes viva. Ves arriba el Castillo y, en él, tu historia, esa historia de tantos pueblos y de tantos hijos ilustres y de otros no tanto. Y aquí no has de esperar ver tu pueblo encendido en llamas; aquí has de ver tu alma encendida por el fuego de la fe, por la contrición de esas faltas de la que no somos ajenos… Y rezas.



Sábado, 12 de Abril de 2.014

EL SEÑOR DE LA COLUMNA





            Después de que terminó la representación de “La Passió” en el Gran Teatre, que ha merecido crónica aparte, comenzó la procesión de traslado de la imagen de clavario de la Cofradía de la Flagelación del Señor, la que transcurrió por los cauces acostumbrados desde su época más reciente: con sus secciones bien formadas, desfile disciplinado y silente, con el acompañamiento de la Banda de trompetas y gaitas de la Cofradía invitada, ya conocida en nuestra ciudad por su habitual colaboración en ese acto, abriendo marcha; y la Banda de Música de La Nova, cerrándola. Me pareció ver mayor concurrencia que otros años, tanto de asistentes de acompañamiento como de penitentes, éstos con el rostro oculto, según su costumbre, quienes, como he dicho, mantuvieron un orden envidiable, casi simétrico, al componer los distintos grupos de cruces, faroles y antorchas. Es verdad que la estética también cuenta y, ciertamente, se agradece que frente a esa especie de anarquía de la que adolecemos en nuestras procesiones, podamos reiterar –sin que nos cansemos de decirlo- que desde algún lugar se imponga la corrección y el buen sentido, al menos en cuanto a la expresión pública de una regla de conducta.

            Por lo demás, no me llamó la atención ningún otro detalle. Sí que había esta noche bastante gente en la calle.

            Por supuesto, para este acto como para los demás a que nos venimos refiriendo, vale recordar lo dicho en crónica anterior sobre la piedad popular. Y pasaremos al punto siguiente.



III

LA DOLOROSA

Viernes, 11 de Abril de 2.014

            La tradición y el amor a María, nos hace meditar esta Decimotercera Estación del Vía Crucis: Jesús en brazos de su madre. La Piedad.

            Muerto Cristo ignominiosamente, José de Arimatea se atrevió a pedir el cuerpo del ajusticiado y una vez lo bajó de la cruz, antes de depositarlo en el sepulcro que él mismo cedió, lo entregó a su madre, quien lo recibió amorosamente en su regazo. Lo tuvo en Belén al nacer; lo tiene ahora cuando renace para la gloria del Padre y para la redención de la humanidad.

            María: recíbenos a nosotros en tus brazos; acógenos por siempre bajo tu amparo.

       Tarde con presagios de tormenta, que nos llegó aparatosamente. Mucho ruido, pero pocas nueces; pero bastó el escándalo meteorológico para estorbar la procesión de traslado de la pequeña pero hermosa imagen de clavario de la Virgen de los Dolores, de tan arraigada devoción en nuestra ciudad. Aun así fue bastante la gente que acudió a verte y a acompañarte cuando escampó.

María: no tuviste música, pero a tí te basta la armonía de esos corazones que elevan hacia ti sus cuitas para que les escuches, la sinceridad de la oración de tus hijos necesitados que jamás desechas…

Después de un itinerario más corto del previsto, llegó la procesión a la casa que la acogerá durante un año. Bendita sea la Madre en la que todo un Dios se recrea.



            Y hasta aquí llegan estos relatos con la esperanza de que nos sirvan para mantenernos de algún modo en conexión con la vida espiritual que debería derivarse de las prácticas religiosas inclusive las procesiones.
               Y el próximo escrito será sobre la procesión de La Santa Cena.



            Os saluda cordialmente, Miguel Mira