dimecres, 9 d’abril del 2014

LA CAMILLA

TRASLADO DEL CUERPO DE CRISTO AL SEPULCRO

A los efectos de dejar constancia de la celebración del traslado que esta cofradía solemniza cada Martes de Pasión, quizás bastaría con reseñar que así se hizo el día 8 de Abril de 2.014, porque no observamos ninguna variación sobre el año anterior. Se mantuvo la seriedad, el silencio y el orden respetuoso en el desfile
No obstante, repasadas las crónicas de años pasados, veo que puede ser de interés incluir hoy un retazo de la historia de la cofradía (todavía no erigida canónicamente, dicho sea de paso) que no por conocida deja de ser interesante. Así, transcribiré a continuación un fragmento del extenso texto dedicado a La Camilla, firmado por D. Rafael Femenía Prats en el número 3 del año II (1957) de la revista "Pasión", que publicaba la Hermandad de Cofradías:
Con la intención de exponer la especial vinculación de los Alguaciles municipales a esta Cofradía, el autor escribió el siguiente relato:
"...obedece al hecho histórico acaecido en la segunda mitad del pasado siglo (por el XIX) , en que con ocasión de un voraz incendio declarado en el palacio de Alarcón..., un alguacil llamado Vicènt-Enrich Ibañes y Belda, no pudiendo resistir la pena manifestada por D. Fernando de Alarcón, que veneraba apasionadamente un Cristo yacente que tenía en el oratorio del palacio, penetró en el interior del edificio, con grave exposición de su vida, y salvó incólume la venerada imagen. Fue tal el arrojo y decisión demostrado por este Alguacil, que el Señor de Alarcón quiso recompensarle por el desprendimiento de su acto, y le invitó a que le manifestara la gracia que deseaba; contestole muy serenamente Vicent-Enrich: (textualmente) "Senyor d'Alarcó, hue fet per la fe cristiana que yo tinc, aixi que si mereix algo, Deu meu pagará". Ante esta caballerosa respuesta, quiso patentizar el Señor de Alarcón su buena estirpe, y decidió entonces regalar la imagen a los alguaciles para que fuera procesionada el día del Jueves Santo, y así han venido cumpliendo, años tras año este señero grupo de alguaciles el legado de tan noble señor, hasta que vino el Alzamiento Nacional..."  Y añade que terminada la Guerra Civil, "los camilleros junto con los alguaciles" reanudaron sus actividades y, mediante colecta pública adquirieron una nueva imagen "en la casa Bochaca de Barcelona"..., etc.
Sabido es que no solo los alguaciles sentían como propia esta agrupación de fieles, sino que -además- en sus actividades participaban cuantas personas devotas lo solicitaban, aparte de la afección del funcionariado municipal y, por supuesto, de la colaboración de la Corporación Local. Y así, antes de la reforma litúrgica, cada Jueves Santo se trasladaba esta imagen tan apreciada por los setabenses, saliendo del antiguo Ayuntamiento, en la calle de San Agustín, bajando hasta pasar por Canónigo Cebrián, seguir por Trobat  y Calvo Sotelo (de les Botigues, popularmente desde siempre) Plaza del Mercado, con todos sus vendedores en plena actividad, calle de Noguera, Abad Pla y vuelta general. No es necesario que transcriba el recorrido actual; y, entonces y ahora, la imagen hacía y hace estación en la Colegiata, solo que desde aquella reforma, la procesión se trasladó al Viernes Santo.
Como curiosidad, podemos recordar también cómo una vez cumplida la programación anual de la Semana Santa, devuelta la imagen a la casa consistorial, no había ningún especial cuidado en su conservación: primero, salvo error en la información que poseo, se guardaba en una especie de trastero; después, se dejaba en el antiguo Hospital, en un cuarto donde se almacenaba material sanitario, en concreto, los frascos para la administración de medicamentos por "gotero", según me refirió recientemente una de las enfermeras que a la sazón prestaba alli sus servicios.
Habían de producirse cambios en la dirección de la cofradía, para que, con muy buen criterio, como ya sabemos, se decidiera depositar este Cristo yacente en la Iglesia de los Santos Juanes, donde se puede venerar durante todo el año, en una de las capillas de la parte izquierda, entrando a la nave central, dignamente colocado en una urna de cristal, al cuidado de la cofradía. Con los años, los feligreses la sienten como propia de la parroquia y, ejemplo de ello, es que anoche, en el traslado, vimos a muchos de ellos en el acompañamiento.
Otra curiosidad, de la que no recuerdo si he comentado alguna cosa en otras crónicas, es la costumbre de que algunas familias devotas, previa solicitud, instalan a la puerta de sus casas unas mesas bien vestidas y adornadas con flores para que descanse sobre ellas la imagen a su paso el Viernes Santo, durante la multitudinaria procesión popularmente conocida como "l'Entèrro", al tiempo que perfuman con esencias al Señor Muerto. Y esto me remite a la crónica del pasado traslado del Santo Sepulcro, donde comentamos las prisas con que enterraron a Jesús; tanto fue así que, aun siendo costumbre el embalsamar los cuerpos, no se pudo hacer en su momento por las circunstancias que ya expusimos, y...
"El primer día de la semana, de madrugada, las mujeres fueron al sepulcro llevando los aromas que habían preparado..." (Lucas 24; 1)
Reminiscencia, pues, de aquella piadosa costumbre, el actual obsequio de perfumes puede que sea loable; no obstante, debiera realizarse con el debido cuidado, porque resulta evidente que, con el tiempo, se deteriora la imagen.  
La procesión estuvo concurrida. Y desde aquí quisiera hacer una llamada a las asociaciones que todavía conservamos viejos "tics", para que tomemos ejemplo de la disciplina que observamos guardar a algunas otras, como son La Columna o los Penitentes de la Santísima Cruz, La Camilla o La Buena Muerte, que, de unos años a esta parte, están dando muestras de cómo con un poco de buena voluntad podemos hacer resaltar no ya la austeridad que nos ha venido caracterizando, sino la importancia de nuestro comportamiento ritual. Estamos en Semana Santa, no en otro tipo de celebración, y ya me entienden.
Espero no haberles cansado. Gracias. Miguel Mira