dijous, 21 d’abril del 2011

LES CORTESIES

Acabo de repasar la crónica del pasado 2.010 y no cabría más comentario, puesto que vale cuanto allí se dijo. No obstante, alguna pincelada diferencial sí que podríamos dar: sumaríamos a la participación constatada en aquel año la concurrencia de todavía un mayor acompañamiento y el aumento apreciable en el número de cofrades con vesta, con la particularidad de que en un significativo porcentaje eran mujeres, chicas jóvenes, incluso portando el anda de la Virgen, guapa como siempre. El Còr Polifònic repitió el motete "Qui comparabo te" y ya en la Plaza de San Francisco, abarrotada como es histórico, silencio hasta romper en espontaneo aplauso tras los saludos.


Como es tradicional, els armats, esa guardia pretoriana custodia del Ecce Homo, ofreció su típica danseta, y todo con la animación de las dos bandas setabenses, turnándose cada año el paso al que acompañan.

Un amigo y compañero me ha pasado un fragmento de un antiguo libro de la Semana Santa Setabense y aunque no ha mentado su autor, digo yo que debe ser del recordado D. Carlos Sarthou, promotor de aquella revista editada por la Hermandad de Cofradías llamada "Pasión", dedicada a estas celebraciones. Dice así:

"Desde tiempo inmemorial, cada Miércoles Santo, todo un pueblo se apiña para presenciar el saludo de la Madre a su Divino Hijo. Y en ese momento culminante, con la respiración entrecortada y en el más reverente de los silencios, la furtiva lágrima de los viejos al unirse con el asombro de los niños, es como rocío que abona el campo de las almas para que florezca el milagro de este sublime acto que se repite cada año y se transmite de generación en generación”.


Si la fecha de esta crónica es como pienso de pocos años después de la Guerra Civil, entonces lo del aplauso era impensable; lo de las señoras y señoritas con vesta, también. Yo recuerdo las habituales dificultades para trasladar la imagen de la Virgen desde la casa del Marqués de Montortal hasta la Colegiata y el escaso número de vestas, incluso entre los portadores. De este fragmento literario que he copiado, vale lo del más reverente de los silencios hasta el momento de la cortesía. En mi memoria está cómo a la señal para hacer la reverencia, los chavales y no tan chavales contaban: ¡uno..., dos..., tres...! Sin dudar que el acto resulta emocionante, pienso que el autor del relato transcrito quiso dejarnos una hermosa estampa y lo hizo; pero le quedó como un tanto exagerada.

Por supuesto, tanto La Cofradía de la Purísima Sangre como la congregación del Santísimo Ecce Homo intentan superarse y es de notar cómo a pesar de los signos adversos de estos tiempos, la gente responde, al menos en los actos externos. Y no me refiero a expectación, que en general -ya lo he comentado en días anteriores- no ha sido demasiada (salvo el Domingo de Ramos y anoche); me refiero a la presencia en cada procesión notablemente superior a años anteriores.

Pincelada final: si recordáis lo que relatamos el pasado sábado, ayer se volvió a repetir: final de la Copa del Rey; segunda parte de la prórroga; la gente que estaba viendo el partido no se recató para nada y volvió a oirse aquel grito: ¡¡goooool!! al paso de la procesión. Contrastes. Curiosos contrastes, como la falta de respeto al paso de la procesión por las proximidades de la zona de ocio. Los signos de los tiempos.

Vuestro, MIGUEL MIRA