dissabte, 16 d’abril del 2011

VIERNES DE DOLORES

Anoche, como es habitual, terminado el septenario dedicado a Nuestra Señora de los Dolores en la Iglesia parroquial de Nuestra Señora del Carmen, era el turno de procesionar la imagen de clavario para depositarla en el domicilio del turnante. Me correspondió asistir en representación de nuestra Hermandad y pude constatar el gran número de acompañantes y la numerosa asistencia de cofrades con túnica. No puedo referir novedad alguna digna de mención. Sí quiero reseñar mi particular apreciación sobre el exageradamente largo itinerario que algunas cofradías disponen y hemos de recorrer. Pero, claro, esto no es novedad. A pesar de las razones que se nos dan cuando se cuestionan estos maratones, nunca me han convencido. Cierto que cada cofradía es libre de organizar su procesión de traslado como quiera (a excepción de nuestra Hermandad, por motivos de sobra sabidos); pero también es cierto que, dada la inveterada costumbre vigente en nuestra ciudad, el clavario invita a sus amigos y allegados para que asistan al traslado. Y digo yo: cuando uno tiene invitados, procura darle la mayor satisfacción, la mayor comodidad, las mayores atenciones..., no le castiga. Pero se me puede contestar que siendo la asistencia voluntaria, como no se pasa lista, quien quiera que lo tome y quien no, como las letenjas. Conclusión: rebus sic estantibus, o sea, que seguirán las cosas como están. Jamás desde que he estado ligado a las cosas de nuestra Semana Santa, lo he entendido; jamás, aunque se ha planteado la cuestión infinidad de veces, se ha llegado a ningún acuerdo; y alguna que otra vez, incluso hemos recibido contestaciones despectivas o, cuando menos, irónicas.

En cualquier caso, puede tomarse como una penitencia voluntariamente aceptada...

Cambiaremos de tema. Y lo hacemos para felicitar a la Señora Presidenta de la Cofradía de la Dolorosa, ya que ha sido agraciada en el sorteo para acoger en su domicilio la imagen de la Virgen el próximo año. Felicidades.

Anoche actuó La Primitiva. Repito lo dicho en anteriores crónicas: ¡qué gozada!

Vuestro, Miguel Mira